Es uno de las actividades deportivas más practicadas en España. Personalmente, es mi actividad favorita, ya que la puedes practicar durante todo el año, no depende de amigos o conocidos que en un momento dado nos puedan fallar para la práctica de un deporte en equipo y como ejercicio cardiovascular, es de los más completos.

Es una actividad aeróbica, lo que quiere decir que consumimos sobre todo glucosa y ácidos grasos en presencia de oxígeno, que es de intensidad moderada (80% de la frecuencia cardíaca máxima) y mantenido en el tiempo.

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Los vamos a dividir en:

[togglegroup][toggle title=»SINDROMES DOLOROSOS DEL TOBILLO Y PIE«]

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A.- Periostitis tibial.

Es un cuadro doloroso del borde interno y cresta anterior de la tibia debida a una inflamación del periostio tibial (capa que recubre y envuelve al hueso) a consecuencia de una solicitación excesiva de los músculos que se insertan en él, sobre todo el tibial anterior. Suele presentarse en corredores con un pie pronador o con talón en valgo (pies con escaso arco plantar), corredores en asfalto, o deportistas que aumentan de forma brusca la intensidad del ejercicio sin la progresión adecuada.

La clínica consiste en un dolor en la cara anterointerna de la tibia distal sobre todo, que aumenta con la palpación de la zona y se puede acentuar por las noches.

Su tratamiento consiste en primer lugar en reducir la intensidad de los entrenamientos, cambiar a una superficie más blanda como puede ser la hierba, aplicar frío local al final de cada entrenamiento, junto a medicación antiinflamatoria y fisioterapia para los casos más rebeldes. El uso de un calzado deportivo adecuado o plantillas correctoras pueden ayudar a prevenir la recidiva.

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B.- Tendinopatía del aquiles

Es una inflamación del tendón en cualquier punto de su recorrido. Se denomina entesitis cuando afecta a la inserción en el calcáneo.

Diferentes son las causas que la provocan:

– Carreras y ejercicios sobre cuestas que obligan a una solicitación excesiva del tendón.

– Ejes anormales del retropié como los cavos-varos que obligan a modificar el eje de fuerzas fisiológico del tendón, sobrecargando la zona externa en este caso.

– Uso intermitente del tacón en la vida diaria que no durante el ejercicio lo que provoca cambios en la tensión del tendón de forma no progresiva.

– Pies pronadores que realizan deporte sin un calzado adecuado o plantillas que lo contrarresten.

– Enfermedad de Haglund o hipertrofia de la tuberosidad posterosuperior del calcáneo.

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El paciente presenta dolor y cojera matutinos o al levantarse que van cediendo conforme se dan unos pasos pero si el cuadro es insidioso, puede llegar a ser una molestia continua que impida la realización de actividades deportivas. La palpación también es dolorosa y el dolor aumenta si el paciente realiza flexión plantar contrarresistencia. El diagnóstico de confirmación es radiológico y la RMN la prueba de elección.

Su tratamiento es conservador y la primera fase consiste en parar la actividad deportiva ante los primeros síntomas, junto a medicación antiinflamatoria y frío local. Además se puede realizar tratamiento rehabilitador (ondas de choque, electroestimulación, crioterapia). Su prevención consiste en contrarrestar las causas que la han provocado, cambiando el tipo de calzado, superficie, entrenamiento… La infiltración con plasma rico en factores de crecimiento autólogos da buen resultado a la hora de reducir el dolor y la inflamación y conseguir una regeneración completa del tendón. .

Si no hay mejoría, el tratamiento quirúrgico es una opción que no debemos descartar.

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C.-Tendinopatía del tibial posterior.

Es una inflamación a lo largo de su recorrido por el espacio retromaleolar interno o en su inserción en el escafoides tarsiano (entesitis). Típico de corredores de fondo y saltadores. Entre sus causas predisponentes encontramos la presencia de un pie plano valgo o un pie pronador que obligan a una tensión mantenida del tendón. En la exploración se evidencia crepitación y dolor en el trayecto tendinoso o en su inserción que aumenta con la flexión e inversión contrarresistencia del pie. El uso de una plantilla con cuña interna y/o la infiltración local con corticoides harán que el cuadro se resuelva de forma satisfactoria.

Si no se aprecia una evolución favorable, debemos plantearnos un retensado de la inserción del tendón en el escafoides mediante cirugía. [/one_half]

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D.-Fascitis plantar

Es la sobrecarga de la aponeurosis plantar debido a un apoyo plantar anómalo (pie pronador), niveles elevados de actividad física, sobrepeso o cambios en el calzado.

El paciente refiere dolor en la parte medial del talón que empeora llegando a provocar cojera al levantarse de la cama o tras permanecer un tiempo sentado, y que se alivia trascurridos unos pasos. También se aprecia un empeoramiento nocturno. La palpación medial del origen de la fascia plantar en el talón es doloroso. En el estudio con Rx a veces se aprecia una hipertrofia del tubérculo posterointerno del calcáneo debido a las tracciones sucesivas de la fascia plantar; es lo que se denomina espolón calcáneo.

El tratamiento conservador asocia los mejores resultados y se basa en ejercicios que estiren el tendón de aquiles y la fascia plantar, la modificación de las causas que lo provocaron (si las conocemos), los AINES o las infiltraciones locales con corticoides. La liberación quirúrgica parcial de la fascia plantar se reserva para la ausencia de respuesta al tratamiento trascurridos al menos 6 meses. [/one_half]

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E.-Fracturas por fatiga.

A medida que un corredor entrena, las células óseas remodelan y modifican el hueso para acomodarlos a las tensiones que sufren durante la carga y el apoyo en el ejercicio. A veces, dicha acción es tan rápida y brusca que puede hacer que se pierda la continuidad en el hueso provocando una fractura. Esto es frecuente en la tibia, a unos 6 cm por encima del tobillo y en el pie.

El paciente nota dolor, de aparición progresiva, relacionado con el esfuerzo y que cede cuando descansamos. Si progresa el cuadro, el dolor es continuo. Se aprecia al palpar una zona dolorosa con inflamación local.

Si hacemos una Rx en las primeras fases, es posible que no veamos nada, pero a las 2-3 semanas se apreciará un callo de fractura como si hubiéramos tenido una lesión en el hueso pero sin trauma previo. La gammagrafía también puede ayudar en el diagnóstico.

El tratamiento pasa por la descarga y el reposo de la extremidad lesionada mediante el uso de bastones. La reincorporación se produce a los 3 meses.

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F.-Lesiones musculares 

Las lesiones musculares son una de las patologías más frecuentes en la Traumatología Deportiva. La mayor parte de las lesiones musculares son leves aunque un porcentaje cercano al 10% las denominamos graves, pues pueden ocasionar secuelas importantes.

De acuerdo con las estadísticas, entre un 25 y un 30 por ciento de los deportistas de alto rendimiento se lesionan (hay que tener en cuenta que en un deportista de élite, entre un 30-40% de su peso corporal corresponde a tejido muscular).

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Existen varios factores por los que un deportista puede lesionarse, pero para efectos de estudio, estos se clasifican en internos y externos.

Factores internos: Están relacionados con el deportista en sí, su estado nutricional antes y durante de la práctica deportiva, así como el equilibrio adecuado de electrolitos y sales. La sudoración origina pérdida de líquidos y sales en el organismo. Los músculos van perdiendo elasticidad al perder hidratación, por lo que tras un ejercicio prolongado aumentan las probabilidades de sufrir tirón.

[row] [two_third]Prevenir la lesión

Si existen las adecuadas reservas de energía en el músculo (glucógeno), las probabilidades de lesión son menores. Es por esta razón que el deportista debe estar bien alimentado tanto en los períodos de entrenamiento, como en los de competición.

Otro factor importante para prevenir una lesión es calentando y estirando adecuadamente la musculatura que tenga mayor participación de acuerdo al tipo de deporte.

Todos aquellos que involucren marcha o carrera, deberá enfocarse en la preparación de la musculatura de los miembros inferiores (glúteos, iliopsoas, cuádriceps, isquiotibiales, gemelos, sóleos y tibial anterior). Por el contrario aquellos deportes en los que los miembros superiores son los que están mayormente involucrados, deberán estirarse: deltoides fibras anteriores, medias y posteriores, bíceps, tríceps, trapecios, serratos, redondos mayor y menor, pectoral fibras esternales y claviculares y los flexores y extensores de muñeca.

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Factores externos: En los deportes de contacto suelen darse golpes entre un jugador y otro, entre un jugador y el terreno o con algún objeto propio del área de juego (marcos, barandas, paredes, otros). Los deportes de contacto que con mayor frecuencia causan lesiones son: fútbol tal y como lo conocemos en nuestro país, el fútbol americano, el rugby, hockey sobre hielo, y el waterpolo.

FACTORES QUE CONTRIBUYEN A LA LESIÓN MUSCULAR • Preparación deficiente (entrenamiento-calentamiento) • Lesiones previas, rehabilitación inadecuada • Fibrosis cicatricial • Sobrecargas continuadas • Exceso de tensión muscular • Obesidad – sobrepeso • Enfermedades generales – medicación – dieta inadecuada

TIPOS DE LESIONES MUSCULARES Lesiones musculares directas – producidas por traumatismos directos sobre el músculo (contusiones, distensiones, esguinces, rabdomiolisis…). Lesiones musculares indirectas – producidas en otros tejidos que repercuten de forma indirecta sobre el músculo (lesión por isquemia o neurológica). Aquí la capacidad de regeneración muscular es menor que en el caso anterior.

[tabgroup][tab title=»A) IMCR»]Inflamación muscular de comienzo retardado. Por sí sola no es una lesión, pero es un dolor que no aparece durante la actividad deportiva, sino entre 24 y 72 horas después de un ejercicio intenso o desacostumbrado. Puede afectar sólo un músculo o un grupo muscular. Se debe a la acumulación de ácido láctico y pirúvico. El dolor suele ser más intenso en la porción musculotendinosa, o sea en la zona de transición entre músculo y tendón.[/tab][tab title=»B) Calambre»]Es una contracción muscular involuntaria, intensa y dolorosa de varios grupos de fibras. Aparece como consecuencia de un sobreesfuerzo para ese músculo, ya sea porque el ejercicio era de una intensidad muy alta, o porque se reinicia la actividad deportiva luego de un período de descanso, por ejemplo de unas vacaciones. Suele ser de duración corta, unos cuantos segundos o un par de minutos. Un ejemplo de esta afección se da en los músculos de la pantorrilla (músculos gemelos y sóleo), donde la persona sufre un terrible dolor pero desaparece al poco tiempo. Suele aparece al inicio y al final de la de la práctica deportiva. Al principio porque el músculo no está bien calentado, y al final por fatiga y deshidratación.[/tab][tab title=»C) Contractura»]Es un aumento en el tono de un grupo de fibras musculares. Aparece una molestia muscular manifiesta, sin trauma directo, con dolor a la palpación y disfunción a la contracción posterior a la realización de actividades deportivas. Puede doler parte o la totalidad del músculo afectado tanto en reposo como en la elongación. Aparece de forma súbita y se mantiene varios días. La persona tiene como una “bola” y al tacto siente como “un salto” en el músculo. Existe una limitación en la función del músculo, puede ser leve, moderada o severa, dependiendo del número de fascículos afectados.[/tab][tab title=»D) Distensión»]Corresponde a un sobreestiramiento del músculo pero sin llegar a un daño (ruptura), sin embargo se da el proceso de inflamación y por lo tanto aparece el dolor. Es el famoso “tirón”. Se produce principalmente en músculos llevados al límite de sus posibilidades de elongación. Es difícil de determinar el punto exacto de dolor, ya que el mismo es difuso y por consiguiente la localización precisa de la lesión se intenta dilucidar en base a exámenes complementarios. Pueden hallarse distensión en algunas fibras con integridad muscular y de las fascias aunque también es dable encontrar pequeñas lesiones fibrilares. – Un ejemplo típico es del futbolista que tira una falta de forma explosiva o “cañonazo” y al golpear la bola (musculatura flexora de cadera: iliopsoas), se da un estiramiento súbito y brusco de la musculatura de la parte posterior del muslo (musculatura flexora de rodilla: isquiotibiales). Como consecuencia de este movimiento se da la respuesta inflamatoria.[/tab][tab title=»E) Contusión»]Se da cuando el músculo se golpea contra una estructura ósea, ya sea por el choque contra un compañero o contra el piso. Son muy frecuentes en los deportes de contacto. Como manifestación clínica aparte del dolor difuso, o sea difícil de determinar en un punto exacto, se puede apreciar que está hinchado (presencia de edema).[/tab][tab title=»F) Rotura fibrilar»](Rotura parcial) es una rotura de un cierto número de haces musculares, pero sin afectar todo el espesor del músculo. Hay hemorragia local y en respuesta, también se de un proceso de reparación de tejido. El deportista refiere haber sentido el ruido. Existió sensación de latigazo o piedrazo con marcado dolor hiriente superficial o profundo. Se produce la ruptura miofibrilar o fascicular con hemorragia de mayor o menor magnitud. Existe dolor tanto a la contracción como a la elongación muscular con signos de tumefacción y equímosis tempranos. La colección hemática puede ser superficial o profunda pudiendo esta última prolongar el tiempo de inactividad. ► Aquí hay que hacer una aclaración importante, pues algunos autores subdividen las categorías en micro-rupturas, ruptura parcial y la total. Sin embargo hay otros que sólo divide en parcial y total. Ahora bien, si entendemos como ruptura total, la lesión del 100% de las fibras (o sea, todo el músculo), parcialmente pueden existir múltiples grados de porcentaje de afección, así tendríamos rupturas parciales del que pueden ir desde el 20% hasta el 70 u 80%. Lo más importante es constatar con un examen de diagnóstico por imagen, el porcentaje de fibras afectadas y así planificar un proceso de rehabilitación. [/tab][tab title=»G) Rotura muscular «](Rotura total) Afectación de todo el músculo. El edema se da rápidamente y la piel se pone roja y caliente. El dolor es muy intenso, por lo que el deportista se retira. Dado que la ruptura es total, se puede apreciar un hundimiento en la zona afectada, a esto se le conoce como “signo del hachazo” El manejo es quirúrgico, o sea tienen que operar para reparar el daño. Lo más frecuente es que se dé en miembros inferiores, y literalmente la persona “no puede caminar” o al menos no puede apoya el lado afectado. En los miembros superiores suele darse alrededor del hombro, en deportes que demanden mucha fuerza explosiva, como el voleibol (saque o remate con una mano), tiro de jabalina.[/tab][/tabgroup]

[tblock title=»Diagnóstico»/]

Para lograr identificar el tipo de lesión, la mayoría de las veces se da por la clínica que presenta el paciente y con una buena historia clínica.

Los síntomas son: dolor repentino, agudo e intenso (cualquiera que lo haya sufrido alguna vez lo identifica inmediatamente: parece una puñalada), localizado en un punto muy concreto. Desde el momento en que se produce resulta muy doloroso, cuando no imposible, hacer cualquier movimiento con ese músculo.

En los casos leves (roturas pequeñas), el dolor es la única señal. En casos más graves (desgarro de todo un músculo), se produce también un hematoma bastante aparatoso, debido a la hemorragia interna. Si el dolor es muy intenso puede aparecer un componente de shock, con mareo y sudor frío, pero esto es menos frecuente.

La ecografía, el TAC y la resonancia magnética son los tres medios más utilizados para el diagnóstico de este tipo de lesiones. El último no se usa como primera opción, pues su coste es muy elevado, aunque es la prueba de elección para la detección de este tipo de lesiones. La ecografía sirve tanto de diagnóstico como control, pues permite comparar la mejoría de cicatrización del tejido.

Los rayos X no son útiles para el diagnóstico en el estos casos, pues, el músculo al ser un tejido blando, no se ve en la radiografía. Sin embargo pueden ser útiles, en la fase aguda para descartar lesiones asociadas (fracturas …) y en lesiones crónicas para observar calcificaciones.
[tblock title=»Tratamiento de las lesiones musculares»/]

El tratamiento está directamente relacionado con el tipo de lesión, su estadío (o sea, si la persona se la trata justo después de la lesión o varias semanas después), y del grado de lesión. Pero a continuación daremos las pautas básicas de tratamiento de acuerdo si es la fase aguda o la subaguda.
RICE – (regla mnemotécnica)
R: REST = REPOSO
ICE = HIELO, FRIO LOCAL (CRIOTERAPIA)
C = COMPRESSION (VENDAJE)
E = ELEVATION

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FASE 1 O AGUDA:

En toda lesión aguda (deportiva o no) el tratamiento en esta fase es la aplicación de hielo sobre el área afectada después de lesión hasta 48 ó 72 horas después. Si es en el campo de juego y no hay hielo a mano, puede utilizarse una lata de refresco gaseoso o lo más frío que se tenga al alcance. Deberá colocarse un pañuelo o algo entre la piel y el objeto frío, para evitar quemaduras por frío, esto además de disminuir la inflamación y brinda analgesia local. No se debe llegar al punto de anestesia, o sea, “no siento nada aunque toque el área afectada”.

Reposo absoluto de la práctica deportiva. Además, puede colocarse un vendaje compresivo, el cual va de abajo hacia arriba, y donde la mayor presión es abajo y conforme va subiendo, se va disminuyendo la misma. El vendaje debe ser lo suficientemente firme como para reducir la inflamación, pero no tanto que vaya a “cortar la circulación”. Tampoco deberá ser tan flojo como para que se afloje el mismo y se caiga. En esta fase está contraindicado cualquier tipo de masaje, calor, jacuzzi, almohadilla eléctrica, o la aplicación de geles, ungüentos o cremas mentoladas o refrescantes. Es cierto que antes se afirmó que se podía colocar lo más frío que estuviera al alcance, pero si lo que tiene es un gel mentolado, no lo aplique, pues esto tiene un efecto vasodilatador, por lo que empeorará el cuadro inflamatorio.[/one_half]

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FASE 2 O SUBAGUDA:

También se le conoce como fase de cicatrización. El tratamiento en esta fase está orientado a que la cicatrización sea lo más pequeña que se pueda, y lo más funcional posible. Mantenemos el vendaje, en caso que persista la inflamación. Entre el tercer y quinto día después de la lesión, puede iniciarse con contracciones isométricas que no causen dolor.

Este tipo de contracción es cuando la persona “pone duro el músculo”, pero sin mover la articulación con la que se relaciona. Esto favorece la orientación adecuada a las fibras lesionadas (ruptura parcial). En el caso de la distención muscular (comúnmente llamado “tirón”) su tratamiento consiste en estirar suave y progresivamente el músculo afectado. La persona usualmente cae en el error de no estirar, por “miedo de volverse a lesionar”.

En estos casos es sumamente útil la intervención de otra persona que realice los estiramientos a la persona afectada. Es decir, realiza estiramientos pasivos de la musculatura. Poco a poco se irá ganando movimiento gracias a la acomodación de las fibras. Un signo claro de mejoría es cuando la persona dice “antes no pasaba de aquí, y ahora vea dónde llego”, refiriéndose a la mejora.
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FASE 3:

Reanudación progresiva de la actividad deportiva. También deberá prevenirse nuevas lesiones, realizando correctamente los estiramientos antes y después. En caso de que haya sido una ruptura (parcial o total), en esta fase se realiza el fortalecimiento o potenciación muscular, ya sea con ejercicios terapéuticos específico, o con corrientes eléctricas específicas para ese fin.

FASE 4:

Es la de prevención. Para ello, es imprescindible:
• Conocer las condiciones anatómicas de cada sujeto
• Educación higiénico – dietética
• Educación médico – deportiva
• Entrenamiento progresivo
• Seguimiento médico
• Calentamiento – estiramiento
• Respetar el tiempo de recuperación

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[togglegroup][toggle title=»SINDROMES DOLOROSOS DE LA RODILLA«]

A.- Tendinitis de la pata de ganso.
Es consecuencia de la inflamación de la bolsa serosa de la pata de ganso, formada por tres músculos que son sartorio, semitendinoso y recto interno. Es la causa más frecuente de dolor en la cara anteromedial de la rodilla. El dolor es de tipo sordo y en ocasiones puede interferir con el sueño. Suele presentarse de forma asociada con las otras bursitis y también en Gonartrosis y deportistas. La clínica de dicha tendinitis viene marcada por la hipersensibilidad al roce de la inserción de dicho grupo muscular en la cara anteromedial de la rodilla por debajo de la interlínea articular. A veces se asocia tumefacción de la zona. La flexión activa contrarresistencia de la rodilla, aumenta de forma notable el dolor. Ojo al diagnóstico diferencial con otras lesiones como las roturas meniscales, lesiones del cóndilo femoral o d el platillo tibial.

B.-Tendinitis de la cintilla iliotibial.
Dicha bandeleta de la fascia lata que se inserta en la cara anteroexterna de la tibia. Flexiones de repetición irritan el epicóndilo femoral debido al rozamiento con dicha banda fibrosa. Actividades como los corredores de fondo, ciclismo lo predisponen. La clínica presenta dolor a la palpación del epicóndilo femoral lateral y del tubérculo Gerdy en la cara anteroexterna de la rodilla.

C.-Tendinitis rotuliana o tendinitis del saltador.
Se produce sobre todo en deportistas aunque si el tendón se encuentra debilitado, también se puede afectar por las actividades de la vida diaria. Produce dolor en la cara anteroinferior de la rótula, que se incrementa al saltar, subir o bajar escaleras o agacharse.

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