Las altas temperaturas pueden alterar la composición de muchos fármacos, no solo reduciendo su eficacia, sino incluso volviéndolos peligrosos.
El verano trae vacaciones y relax… pero también un enemigo invisible para tus medicinas: el calor. Las altas temperaturas pueden afectar a la composición de muchos fármacos, haciendo que dejen de ser efectivos, pero algo mucho peor, que resulten peligrosos. Una persona diabética dejando la insulina dentro del coche, solo unos minutos, para poder comprar un regalo rápido. El calor puede inactivar la acción de la insulina y provocar un coma hiperglucémico.
Un truco que yo uso siempre: si en el ambiente en el que estoy sufro el calor, mis medicinas también lo hacen. Ese mito de pensar que como nuestro vehículo está en la sombra, las medicinas no corren peligro, es falso. Puede superar los 40 °C en el interior a la voz de ya. A continuación te presentamos unos consejos prácticos y claros para conservar correctamente la mayoría de los medicamentos
- Temperatura. Evitar lugares calurosos. No los guardes en el coche, la guantera, cerca de las ventanas o en la cocina junto al horno. El rango ideal de temperatura debería rondar entre 15 y 25 °C.
- La refrigeración. Solo es necesario que el envase o prospecto lo indique (conservar entre 2 y 8 °C). Guárdalos en la parte media de la nevera, nunca en la puerta. Usa bolsas isotérmicas con acumuladores de fríos si debes transportarlos.
- Humedad. El baño no es un buen sitio. El vapor de las duchas deteriora los comprimidos y las cápsulas. Usa un armario cerrado y seco lejos de las fuentes de agua.
- Envase. Mantén siempre el envase original con su prospecto, los protege de la luz y evita confusiones. Cierra bien frascos y blíster después de cada uso.
- Transporte en verano para viajes largos. Lleva un estuche térmico o nevera portátil. No dejes la medicina dentro del coche estacionado, ya que la temperatura interna puede superar los 50° C en minutos.
- Caducidad y alteraciones visibles. No uses medicinas que cambien de color, olor o consistencia o hayan presentado grumos. Respeta la fecha de caducidad y la duración tras abrir los frascos. Por ejemplo, los colirios suelen durar alrededor de un mes.
Los medicamentos más sensibles al calor
- Refrigeración obligatoria entre 2 y 8 °C. Si superan esta temperatura pueden perder eficacia en pocas horas. Las insulinas todas las presentaciones son el ejemplo. Una vez abiertas pueden aguantar la temperatura ambiente, solo un tiempo limitado. Las hormonas inyectables como la hormona de crecimiento, atropina o calcitonina. Algunos antibióticos líquidos reconstituidos como la amoxicilina-ácido clavulánico en suspensión, ciertas vacunas como el virus de la hepatitis B triple vírica, etc. Factores de coagulación para pacientes con hemofilia. Interferón y fármacos biológicos para la artritis como el Adalimumab, Etanercept o infliximab. También los fármacos para la osteoporosis como los análogos de la PTH.
- Sensibles a temperaturas altas (por encima de 25-30º C). Pueden perder estabilidad o descomponerse: nitroglicerina en comprimidos sublinguales, suplementos líquidos con hierro, vitaminas, especialmente vitamina C y complejo B, antibióticos en jarabe antes de reconstituir es decir, antes de mezclarse si se dejan en lugares calurosos. Colirios y lágrimas artificiales. Una vez abiertos, óvulos y supositorios pueden derretirse. Cremas y pomadas con corticoides o antibióticos. La separación de fases indica deterioro. Las heparinas son muy sensibles al calor aunque no necesitan permanecer refrigeradas si el sitio es fresco.
- Fármacos de margen estrecho terapéutico. Su estabilidad es crítica porque pequeñas variaciones afectan a la dosis. Antiepilépticos como fenitoína o carbamacepina, anticoagulantes orales como acenocumarol y warfarinas. Hormonas, tiroideas como levotiroxina y también la digoxina.
¿Y los antiinflamatorios?
Son de los fármacos más estables. Pueden aguantar temperaturas que no superen los 40 °C debido a su presentación en grageas y cápsulas. Pero solo si son exposiciones cortas al calor. Si una caja está a más de 40 °C durante varios días, va a perder su eficacia y potencia al degradarse.
Las presentaciones en jarabes como el ibuprofeno infantil, son más sensibles, sobre todo una vez abiertos, porque el calor y la humedad favorecen los cambios de color y estabilidad, por lo que pueden ser colonizados por hongos y bacterias.
Los geles y las cremas pueden perder su homogeneidad con temperaturas por encima de los 35 °C. Lo peor que puede pasar es perder eficacia. Es rara la toxicidad debido al calor.
El riesgo no es solo perder eficacia en algunos casos como antibióticos, sino que el medicamento puede volverse irritante o provocar reacciones adversas. Antes de hacer la maleta, debes revisar también el botiquín y ante la duda consulta los prospectos o acude a tu farmacia.
Los medicamentos más sensibles al calor: la insulina, las vacunas, los antibióticos en jarabe, los óvulos y supositorios y la nitroglicerina sublingual. La mayoría de los fármacos pueden tolerar exposiciones puntuales al calor, pero no de forma prolongada. Esto altera sus propiedades sobre todo para su efectividad y en algunos casos, causando reacciones adversas.