• Cuando hay una lesión, el cuerpo humano intenta reparar aportando células que estimulan dicha lesión gracias a la vaina que envuelve cada tendón.

 

El cuerpo humano está cubierto de músculos y estos acaban en los huesos gracias a los tendones. El tendón es como un cable que conecta los músculos con los huesos y las articulaciones. Si el músculo se contrae, el tendón también lo hace, lo que provoca que una rodilla se doble o estire para subir o bajar una escalera o el hombro se eleve para poder peinarnos.

El tendón es una estructura básica para el movimiento del esqueleto. Su composición es básicamente de fibras de colágeno en forma de haces (da dureza y resistencia a los tejidos) y de elastina, que es una proteína que soporta a estos haces de colágeno, evitando que se rompan, ya que la elastina presente en huesos, ligamentos, pulmones o la piel, puede hacer que un tejido se estire al máximo sin llegar a romperse.

La diferencia entre un tendón y un ligamento es muy clara: el tendón es la terminación de un músculo y provoca el movimiento.

El ligamento es una banda o cordón que rodea una articulación o se encuentra dentro de ella como es el caso de los ligamentos cruzados y su función es dar estabilidad, evitar que la articulación se dañe como consecuencia de movimientos bruscos. El ligamento por sí solo no confiere movimiento como el tendón sino que da estabilidad.

Los tendones se rompen cuando se estiran hasta un 8% de su longitud. Un ligamento resiste hasta un 30%. Las células que forman los tendones se llaman tenocitos y se disponen entre los haces de colágeno y elastina.

La vascularización de los tendones no es muy abundante y suele desarrollarse a través de una especie de capa o funda que envuelve al tendón y que se llama paratendón. El ligamento posee más tenocitos que el tendón.

Otro elemento muy importante para que el tendón realice su función son los receptores nerviosos o mecanoceptores. Son los encargados de conectar el tendón con el cerebro de manera que puede acatar las órdenes que le vienen de la cabeza pero también informar al sistema nervioso de lo que está realizando.

Por ejemplo, imaginemos que estamos levantando un objeto, que además es demasiado pesado. El tendón del bíceps o de los músculos de los hombros, gracias a estos receptores, informan al cerebro acerca de si se podrá subir dicho peso si hay una fatiga tan grande o un estiramiento tan exagerado que hay riesgo de romperse.

Todo eso hace que se procese la información y que seamos capaces de decidir si tiramos el peso al suelo o si terminamos la tarea.

Los tendones son muy resistentes, pero con la edad o el exceso de uso, se va perdiendo capacidad de elasticidad y distensión. Sin embargo, son capaces de almacenar la energía que se ha aplicado sobre ellos y restituirla en forma de estiramiento o contracción lo que es clave para practicar ejercicio o realizar un trabajo de fuerza.

Pero el tendón se puede romper, ya sea de forma completa o parcial. En el caso que no sea completa, el cuerpo es capaz de repararla, pero con tejido cicatricial, fibrosis que ya no tiene tanta elastina como el tendón original. Además, también se dañan los receptores, por lo que en la fase de recuperación habrá que trabajar la conexión tendón-cerebro. Todo ello puede hacer que la recuperación completa de la función tendinosa llegue a las 10 semanas.

No todos los tendones funcionan igual. El Aquiles trabaja de una determinada manera diferente a los del manguito de rotadores del hombro o los flexores de la mano.

Tipo de tendones

El Aquiles es el tendón conjunto de los músculos gemelos y sóleo (tríceps sural) y por los que inserta estos en el hueso del talón llamado calcáneo. Eso quiere decir que entre dichos músculos se unen dos articulaciones, la rodilla y el tobillo. No puede haber una contracción de ambos extremos a la vez, o se contrae en el tobillo y hace que el pie se mueva como cuando nos ponemos de puntillas o saltamos, o cuando el tríceps se contrae en la parte posterior de la rodilla, hace que ésta se puede flexionar.

Ambos gestos deben estar sincronizados o de otra manera, el tendón puede romperse en una contracción brusca. El tendón se nutre de los vasos que lo riegan a través de una funda que lo envuelve y que se llama paratenon.

– Aquiles: es el más voluminoso y potente del cuerpo humano. Su longitud media es de entre 15-20 cm y un espesor superior a los 5 mm. Al correr, la fuerza de tracción que se ejerce sobre él puede rondar 6-8 veces el peso del cuerpo y al saltar, puede llegar a las 15 veces.

Es un tendón muy potente que soporta en carrera fuerzas de hasta 500 kilogramos y puede, por tanto, ser asiento de diversas lesiones en cuanto se modifican las condiciones de contracción, el eje de tracción o sufre traumatismos por compresión directa en pleno funcionamiento.

– Manguito de rotadores del hombro: actúa como estabilizador ya que tiene una forma de paño que cubre completamente la cabeza del húmero. Desciende la cabeza del húmero durante la separación del brazo, actuando de forma sincrónica con el deltoides que es el músculo que da la forma al hombro y que también realiza la separación del brazo.

Su rotura total o parcial somete a los ligamentos a mayor esfuerzo y, recíprocamente, cuando los ligamentos no estabilizan la articulación, son una causa de sobreuso, irritación y degeneración de estos tendones que realizan un esfuerzo extra de estabilización.

– Tendón rotuliano: el aparato extensor de la rodilla es una polea que conecta el cuádriceps a través de su tendón, que a su vez se inserta en la zona superior de la rótula. De ella, en su polo inferior, nace la inserción del tendón rotuliano que termina en el relieve que se describe en la tibia, la tuberosidad tibial anterior.

En el caso que el trabajo sea muy intenso, la ultraestructura del tendón no es capaz de reponerse de una sesión para otra, acumula inflamación, sobre todo en la zona más débil de esa cadena de tres eslabones que es la unión del tendón rotuliano con la rótula, el polo inferior. El tendón se defiende incrementando su grosor y acumulando tejido de peor calidad que el original del tendón, tejido fibroso.

Dicho tejido de sustitución no reúno las condiciones tan óptimas como el original por lo que el bucle continúa y aparece la tendinitis. Además, el aporte vascular es menor y el deterioro se perpetúa.

¿Cómo repara un tendón?

Cuando hay una lesión, el cuerpo intenta reparar aportando células que estimulan dicha reparación, gracias a la vaina que envuelve cada tendón (paratenon) y a que en cada extremo del tendón hay un hueso, y desde ese hueso se liberan y activan células madre que también envían células que cicatrizan.

Lo normal es que se genere un tejido igual o similar a un tendón. Pero si no se dan las condiciones adecuadas, esas células madre en lugar de diferenciarse a células de tendón (tenocitos) se transforman en células formadoras de hueso, y es cuando aparecen las calcificaciones en los tendones. Podemos ayudar a llevar a la reparación por el buen camino mediante una fisioterapia adecuada, la readaptación y el ejercicio propicio así como hacer uso de terapias biológicas (factores de crecimiento).