• El hueso es un órgano diana frecuente donde asientan las metástasis procedentes de otros tumores malignos

No sé qué pasa. No hay semana que no me tope con algún paciente que acude con un dolor importante, ya sea en columna, en una pierna o un brazo y debajo se oculta un tumor. Es más frecuente de lo que me gustaría, por desgracia. A dar noticias de este tipo no te preparan en la facultad, ni en ningún sitio. El paciente va contigo a casa en tu cabeza, en tus sueños, en tu descanso.

El hueso es un órgano diana frecuente donde asientan las metástasis procedentes de otros tumores malignos. Entre los más frecuentes se encuentran el cáncer de mama, el de próstata, el de pulmón o el mieloma múltiple. Es frecuente que la metástasis que es la diseminación a distancia de un tumor originado en otra localización, se diagnostique antes que el propio tumor. La metástasis es el motivo por el que fallecen la mayoría de los pacientes oncológicos, cuando se afecta un órgano vital como el hígado o el cerebro

No todos los tumores metastatizan de la misma manera ni afectan a los mismos órganos. El hecho que la próstata tenga afinidad por metastatizar en la columna lumbar, por ejemplo, no es casualidad. Parece que las células tumorales del cáncer de pulmón tienen a afectar a la columna dorsal, el hígado o el cerebro y no es casualidad. El flujo sanguíneo que riega al tumor, así como los vasos linfáticos hacen que se pueda diseminar con más facilidad y afinidad en esos órganos, como la llave y la cerradura. Encajan a la perfección siendo el tumor la llave y las células diana de esos órganos la cerradura a medida. A veces, las metástasis dan la cara incluso años después de haber erradicado el tumor primario. Es raro que esto ocurra pasados más de 10 años desde que se eliminó dicho tumor.

¿Cómo se origina un tumor?

Todo comienza con una mutación en el ADN de una célula cualquiera, provocando cambios y modificaciones en su forma y en su funcionamiento, derivando en una célula distinta a la original. Una célula sana tiene en su ADN lo que se llama apoptosis (muerte celular programada) y muere en su tiempo correspondiente como las plaquetas que lo hacen a los 7 días de crearse. La célula tumoral diríamos que es casi inmortal, y se multiplica sin control. Además, es capaz de vivir independiente, capaz de atravesar membranas que actúan como barreras naturales, capaz de desplazarse por los vasos sanguíneos y linfáticos como un coche por la autovía. Una célula normal sana no puede vivir sin el grupo, sin otras células; las tumorales sí. Lo más paradójico es que el cuerpo humano es capaz de detectar estas células anormales y destruirlas; el sistema inmune se encarga de acabar con ellas. Pero cuando alguna escapa del control, se produce un tumor. Si alguna de las células tumorales aterriza y se ancla en un órgano diana, tenemos la metástasis.

El hueso es un tejido especial. Debido a que es el mayor depósito de calcio del organismo, es un tejido que se crea y se destruye de forma continua, también para dar respuesta a los continuos estímulos mecánicos a los que se somete día a día: golpes, sobrecargas o simplemente adaptación. Si comenzamos a correr, el cuerpo detecta ese incremento de carga en las piernas e incrementa la formación de hueso sano para reforzar la zona. El hueso es el órgano diana del 75% de pacientes con cáncer de mama, el 70% de los de próstata y el 40% de los de pulmón. La llegada de una célula tumoral al hueso provoca que en lugar de formar hueso, éste se destruye en lugar de crear hueso. En el hueso, además debido a su estructura llena de vasos, rica en factores de crecimiento y con muchos tipos celulares y pocas células del sistema inmune que puedan atacarlas, es un oasis y un refugio ideal para que las células tumorales se desarrollen en total tranquilidad e impunidad.

Tipos de metástasis

Hay básicamente dos clases: metástasis osteoblásticas o formadoras de hueso y las metástasis osteolíticas que son las que destruyen el hueso. Es paradójico pensar que un tumor maligno pueda formar hueso como es el caso de las metástasis osteoblásticas, pero ocurre. Hay tumores como el de próstata que actúan formando hueso, pero no es un hueso sano al uso sino un hueso que crece de forma descontrolada y de características diferentes al hueso normal. En el caso de la mama o de pulmón las metástasis óseas son osteolíticas, es decir, las que destruyen hueso. Actúa como una polilla que va destruyendo la madera sobre la que asienta, provocando un dolor realmente severo y además, de difícil control.

¿Cómo se detectan?

La clínica es el factor más importante. Pérdida de peso, fiebre prolongada, falta de apetito y sobre todo dolor; pero un dolor de 10 sobre 10, nocturno y que no cede con ninguna medicación analgésica, ni siquiera los opiáceos.

El estudio con radiografía pero sobre todo con Resonancia magnética o TAC es la clave para su diagnóstico. Es posible que se precise hacer el uso de contraste intravenoso para tener más clara la imagen en cuestión. Otra prueba que puede dar información acerca de donde hay metátasis óseas es la gammagrafía ósea, una prueba que se realiza en Medicina Nuclear donde un isótopo radiactivo se deposita en los huesos donde haya un proceso metastásico óseo.

Hay parámetros en los análisis de sangre que orientan hacia la posibilidad de sufrir metástasis en el hueso como el nivel de calcio en sangre o porque la fosfatasa alcalina se encuentre elevada.

¿Tienen tratamiento?

Hay varios tipos de tratamiento que han demostrado ser efectivos para el tratamiento de las metástasis óseas. La radioterapia es muy útil como alivio del dolor sobre todo para las lesiones que afecten a la columna. Hay fármacos como los bifosfonatos que frenan la destrucción del hueso debido a las metástasis y son especialmente útiles en el cáncer de próstata y de mama.