Muchas personas buscan luchar contra el estrés refugiándose en el alcohol, los ansiolíticos o el tabaco. ¿Cómo combatir estos excesos?

Un amigo cardiólogo lo comentaba el otro día. El 99% de las urgencias cardiológicas que atendía no eran infartos, ni arritmias; eran crisis de ansiedad. Ese dolor en el pecho, la llamada «zona de la corbata», la sensación de ahogo, sudoración y agobio que provocaba que las personas acudieran a su médico, no es otra cosa que un cuadro de estrés y ansiedad. Padres cuyos hijos están trabajando en primera línea contra el coronavirus, pequeños empresarios que ven que el negocio de su vida se va a pique, gente mayor que cree que se ha infectado y tiene miedo a ello…duermen mal, comen regulín y el cuerpo pero sobre todo la mente, hace crack.

Esta pandemia, aparte de los miles de muertos, las miles de familias rotas, las experiencias traumáticas por doquier, por no hablar del tema económico, en el ámbito de la salud va a traer otras consecuencias realmente serias: las derivadas del confinamiento tan prolongado que estamos sufriendo.

ALCOHOL

Cuando estamos agobiados o estresados, en condiciones normales buscamos contrarrestar ese estrés de una manera sencilla: salimos a tomar el aire, o a correr o con la bici, a despejarnos. Esto en el momento actual es imposible salvo que le demos vueltas al balcón o al garaje. En estas 5 semanas que llevamos encerrados, muchas personas buscan luchar contra el estrés refugiándose en el alcohol, los ansiolíticos o el tabaco. Hay diferentes estudios que reflejan el comportamiento de las personas durante el confinamiento, concretamente en China a mediados de febrero, cuando la incertidumbre y el miedo ante el COVID-19 estaban en puntos máximos. Lo que más se destacaba eran los cuadros de dificultad para dormir, debilidad, cansancio o fatiga, así como nerviosismo, ansiedad y depresión. Curiosamente, lo que menos se registró fueron situaciones de enfado, ira o de excitación. Los expertos señalan que esto último era debido al incremento descomunal del consumo de alcohol. Sin embargo, otros estudios afirman que el consumo excesivo de alcohol en este momento aumenta las tensiones dentro del hogar pudiendo llegar a provocar un repunte de los casos de violencia doméstica. ¿Es normal que se beba mucho más durante la cuarentena? Sí. Algunos lo achacan a que beben en casa lo que se solía beber en el bar con los amigos, es decir, los bebedores sociales. Pero en casa, salvo que hagamos videochats, se bebe solo, luego el concepto de bebedor social se pone en entredicho. ¿Es saludable beber más durante la cuarentena? Se estima que el consumo de bebidas alcohólicas en España se ha disparado un 80% en estas semanas. No es saludable. Beber más durante el confinamiento no te convierte directamente en un alcohólico pero sí que supone un factor de riesgo para serlo.

El alcohol igual que las comidas altamente calóricas que más se consumen en estos días son lo que se llaman “Comidas de desahogo”, muy extendidas en Estados Unidos y en Europa. Si tomamos alimentos ricos en carbohidratos se incrementa la serotonina cerebral que es el neurotransmisor de la felicidad. Si bebemos alcohol en exceso se provoca una falsa sensación de serenidad pero poco duradera por lo que recurrimos a la siguiente cerveza, luego otra y así. Las situaciones de estrés intenso son una puerta abierta para comenzar con una adicción.

ANSIOLÍTICOS

Es el otro producto estrella que más se demanda, y hasta cierto punto, es del todo normal. En un primer momento del confinamiento, la ansiedad se relacionaba con la posible falta de alimentos, o desabastecimiento. Más adelante se relaciona con laincertidumbre de hasta cuando vamos a estar encerrados, las consecuencias económicas, el futuro. Basta con poner las noticias, ver lo que nos mandan conocidos y amigos por whastsapp, los bulos, la gestión de la crisis por parte de los políticos…la bola va creciendo en nuestra cabeza y genera una ansiedad de la que nos cuesta salir y enfrentarnos. A eso se añade el confinamiento, la falta de libertad, la ausencia completa de lo que eran nuestras rutinas (no olvidemos que el ser humano es una criatura basada en rutinas, la zona de confort), todo agrava mucho la situación. Además de otro factor clave, la falta de sueño. Ya de por sí una parte de la población recurre a fármacos para poder combatir la ansiedad o la falta de sueño, en estos momentos, se ha multiplicado el número de personas que precisan de ayuda para poder llevar el día a día. Lo más socorrido es recurrir a las pastillas que está tomando alguien en casa. Cuando eso no puede hacerse, acuden a la farmacia a buscar el remedio que les pueda aliviar con productos más naturales como la melatonina o el triptófano, que dicho sea de paso, parece ser, sobre todo la primera, que tiene un efecto positivo contra el COVID-19.

¿CÓMO COMBATIR LOS EXCESOS?

Es fundamental para evitar caer en la tentación de abusar de la bebida, de la comida o de los fármacos.1.-Nos queda poco de cuarentena estricta. Los niños pueden salir ya y pronto lo haremos el resto de la población. Es posible que esa sensación de ansiedad y cansancio perdure unos días más tras salir, es normal. 2.-Lectura, series, ejercicios para cada persona sin descuidar la sexualidad. Es importante que busquemos rutinas similares a las que teníamos antes del confinamiento, pero adaptadas a las circunstancias especiales que vivimos. Ejercicio en el balcón, tomar el sol. 3.-Hablar con personas que se encuentren en situación parecida. Compartir vivencias, miedos e incertidumbres ayuda a llevar la carga. Hay que evitar aislarnos socialmente. 4.-Mantenerse informado mediante fuentes veraces y contrastadas sobre las medidas a tomar contra el virus, cuidados y novedades. 5.-Esta nueva situación puede hacer florecer la relación de las personas con el alcohol. Ojo si te aislas, dejas de hacer las rutinas que se han llevado durante estas semanas, puede ser un indicio de abuso de alcohol. Por ello, es importante mantener el contacto con familiares y amigos, no dejar de lado las rutinas. El aislamiento no ayuda a la recuperación. Hay que darse cuenta de por qué queremos beber más. Busca apoyo. 6.-Evita automedicarte. Habla con tu médico que te recetará lo más adecuado, si lo precisas.