Si la producción de hormonas tiroideas se ve alterada —ya sea por defecto (hipotiroidismo) o por exceso (hipertiroidismo)— pueden surgir diversos problemas en el organismo.
La glándula tiroides se encuentra delante del cuello, justo por debajo del cartílago cricoides en el cuello (nuez). Su tamaño no es importante, lo que sí es todo lo que hace. Es capaz de segregar y producir y almacenar dos hormonas: la tiroxina, también llamada T4, y la triyodotironina o T3. La tiroides usa el yodo como combustible para fabricar estas hormonas.
Las hormonas tiroideas regulan el metabolismo y la función de diferentes órganos. Cada una de las células depende de las hormonas tiroideas para su crecimiento normal y desarrollo, y para regular funciones tales como la producción de energía y calor.
La producción y secreción de las hormonas tiroides se encuentra regulada por el cerebro, concretamente en la hipófisis. Cuando detecta un incremento o necesidad de T3 o T4, segrega o inhibe la producción de TSH que es la tercera en discordia, encargada de estimular a las células del tiroides para incrementar la presencia de T3 o T4 en sangre.
Las hormonas tiroideas afectan la frecuencia cardíaca, el nivel de colesterol, el peso corporal, el nivel de energía, la fuerza muscular, las condiciones de la piel, la regularidad menstrual, la memoria y muchas otras funciones.
Además, tienen efectos sobre casi todos los tejidos del organismo y son necesarias para la síntesis de muchas proteínas; de ahí que sean esenciales en los períodos de crecimiento y para la organogénesis (período de desarrollo) del sistema nervioso central. También influyen sobre el metabolismo de los hidratos de carbono y de los lípidos.
Si se altera la función en la producción de hormonas tiroideas, ya sea por defecto (hipotiroidismo) o por exceso (hipertiroidismo), surgen los problemas, ya que se afectan un número muy importante de funciones en el organismo.
Cómo se manifiesta el hipotiroidismo
Las más características son:
- A nivel muscular: cansancio y agotamiento. Fatiga. No se rinde lo mismo que antes en lo que a ejercicio se refiere. Además, los músculos se entumecen y carecen de fuerza. Rigidez generalizada y dolores articulares, aunque el aspecto de estas se parezca a lo normal. En los niños puede provocar retrasos en el crecimiento óseo y maduración del esqueleto haciendo que los niños sean de talla baja y parezcan más pequeños de lo que su edad debería reflejar.
- Piel: el pelo se cae mucho más abundantemente. La piel es frágil y tenemos la sensación de hinchazón permanente, como si se retuvieran líquidos. Sensación de tener frío continuamente. Llama la atención que no se suda como antes.
- A nivel neurológico: depresión y ansiedad. Pérdida de memoria y sensación de que se olvida todo. La memoria desaparece por lo que el rendimiento laboral o intelectual se va a resentir. En ancianos puede provocar síntomas parecidos a la demencia senil o al Alzheimer.
- En la mujer: desajustes a nivel menstrual, ya sea que la regla desaparezca (amenorrea), como problemas de fertilidad. Se suele engordar y provoca estreñimiento.
¿Y el hipertiroidismo?
Es una enfermedad frecuente que afecta a alrededor del 1% de la población siendo más frecuente en mujeres entre 30-40 años. El paciente puede notar nerviosismo, irritabilidad, sudoración, palpitaciones, temblor de manos, pérdida de peso con buen apetito, ansiedad, dificultad para dormir, adelgazamiento, cabello fino y quebradizo, diarrea y debilidad muscular.
La causa más común es la enfermedad de Graves Basedow, cuyo origen es autoinmune. Es el propio organismo el que genera anticuerpos que estimulan la glándula para que sintetice más hormonas tiroideas. En el hipertiroidismo, la aparición de los síntomas clásicos, junto a la aparición de bocio, crea la sospecha diagnóstica que se confirma con la determinación de hormonas tiroideas (T4 y T3) en sangre que deben estar elevadas.
¿Cómo se puede diagnosticar?
Las determinaciones de hormonas tiroideas (T3 y T4) y TSH (tirotrofina) son clave para el diagnóstico de condiciones de hipo e hipertiroidismo, así como las pruebas que detectan presencia de anticuerpos como indicadores de enfermedad tiroidea autoinmune. Las hormonas tiroideas (T3 y T4) se unen a determinadas proteínas y circulan por el torrente sanguíneo, parte libres, y otra parte unida a proteínas, por lo que las alteraciones de las proteínas interfieren en los niveles de estas hormonas, aunque solo los trastornos de la secreción hormonal producen cambios de los niveles de hormona libre.
Los análisis de laboratorio cuentan con la cobertura de todas las obras sociales, así como su tratamiento. Considerada una enfermedad crónica, es crucial el diagnóstico temprano. Los desórdenes tiroideos son entre 5 y 7 veces más frecuentes en mujeres que en hombres, con una prevalencia del 5 al 10% en las mujeres.
El estudio del tiroides se basa en dos tipos de pruebas: las que informan sobre su actividad funcional y las que dan información sobre el tamaño, forma, configuración y estructura anatómica de la glándula, presencia o no de nódulos, entre otras, y que constituyen los estudios morfológicos. El examen de la función tiroidea es un grupo de pruebas que se utilizan para evaluar cómo está funcionando.
¿Cómo se trata?
El problema de los desajustes de la glándula tiroides y su diagnóstico es lo más complicado. Se puede confundir con problemas reumáticos, con fibromialgia e incluso, en las personas mayores, con casos de demencia o Alzheimer. Sin embargo, cuando las pruebas y la manifestación clínica ponen de manifiesto el problema, el tratamiento es realmente agradecido y devuelve al paciente a un estado de normalidad.
En el caso de sufrir un hipotiroidismo, basta con suplir la carencia de las hormonas mediante medicación. Una pastilla una vez al día puede ser suficiente para que desaparezcan todos los desagradables síntomas y se recupere la normalidad.
En el caso del hipertiroidismo, el tratamiento consiste en atacar la glándula mediante diferentes tipos de procedimientos, desde eliminar sus células mediante Yodo radiactivo hasta la extirpación de alguno de sus lóbulos quirúrgicamente.