• De todos es sabido la relación que hay entre muchas enfermedades y una mala higiene dental.

Cada vez queremos cuidarnos más y mejor. Buscamos comer, sano, las prendas adecuadas para nuestro deporte favorito, las zapatillas con un mejor control de la pisada, o la bici de carbono que pese menos, estar más delgados, mejorar el sistema inmune, comer más sano, vivir más. Buscamos mejorar. Sin embargo, hay un punto flaco que es el menos cuidado por parte de algunas personas, su dentadura.

De todos es sabido la relación que hay entre muchas enfermedades y una mala higiene dental, en el deporte y en la vida. Cuando un deportista no rinde, se rompe muscularmente con frecuencia, o no está a la altura de lo que entrena, los médicos empezamos a investigar. En otras situaciones hay otros desajustes que es necesario regular, ya sea a nivel mecánico como un tema de pisada o balance muscular, o de trabajar preventivamente zonas que por genética son más susceptibles de dañarse.

Cuando todo eso es revisado y no hay deficiencias, es cuando pensamos en la dentadura. Se revisa la dentadura y casi siempre se encuentran deficiencias: problemas de encías, de caries, de higiene bucal desordenada. Choca pensar que los deportistas en general, gente preocupada por su físico, rendimiento, capacidad para generar un esfuerzo, sean tan poco cuidadosos con su higiene bucal.

¿Cómo es posible?

Siempre se ha pensado que el activo más importante de cualquier persona es su salud, y ésta comienza por el pelo, sigue por los dientes y hacia abajo. Los dientes son estructuras destinadas a cortar, masticar y machacar el alimento para facilitar la digestión. Tienen una dureza similar a la del hueso, no en vano los dentistas utilizar herramientas muy similares a las que usamos los traumatólogos en algunas cirugías. La parte que se ve del diente se llama corona, que es la que da el aspecto a una sonrisa.

EL NIVEL DE DESARROLLO DE UNA POBLACIÓN SE MIDE POR EL PORCENTAJE DE LA MISMA CON CARIES ASÍ COMO POR LAS VISITAS QUE SE HACEN AL DENTISTA

Luego tenemos el borde de la encía que es la unión de esa corona con la encía y donde asientan enfermedades como la placa bacteriana o las enfermedades periodontales. Finalmente está la raíz que la zona donde se encuentran los vasos y nervios encargados de la sensibilidad del diente y de que reciba el aporte sanguíneo adecuado. La corona debe su dureza al esmalte que suele dañarse por las bacterias cuando la higiene dental es deficiente. Si se perfora el esmalte es posible que los gérmenes alcancen la raíz y nos cause ese terrible dolor de muelas al dañar al nervio.

Hipótesis que lo justifican

  • Una habla de que en sí, algunos deportistas son realmente dejados en lo que a salud dental se refiere.
  • Otros estudios hablan de causas en las que el deportista no tiene tanto que ver. Como todos sabemos, para hidratarnos y alimentarnos durante el ejercicio, consumimos bebidas ricas en hidratos de carbono y azúcares y además, tomamos geles o barritas energéticas que son realmente explosivas en cuanto a número de calorías. Llevan chocolate, frutos secos, miel…..con el objetivo de reponer todo lo gastado. Pero, ello tiene un precio. Toda esa cantidad de azúcar dentro de la boca, cada vez que practicamos ejercicio o entrenamos, hace que nuestros dientes estén sometidos a unos niveles peligrosos de azúcares de forma repetida. La conclusión, caries. Si encima el deportista no es muy cuidadoso que digamos, tenemos una bomba de relojería. También debemos pensar que una parte importante de la dieta de un deportista es la pasta y derivados, el arroz, los cereales. Eso también colabora a generar un ambiente óptimo para tener un problema dental.
  • Otra hipótesis es más curiosa aún. Todos, cuando corremos o hacemos un esfuerzo prolongado, abrimos la boca para captar más oxígeno, respirar más y poder nutrir a los músculos que están haciendo el trabajo. Pues bien, esa manera de respirar con la boca abierta, hace que nuestra boca se seque y la cantidad de saliva sea menor. Con menos saliva en la boca, nuestros dientes tienen una menor protección. De todos es sabido el papel protector y bactericida que tiene la saliva. La digestión comienza en la boca, al masticar y también gracias a la saliva. Además de ello, la saliva tiene un papel bactericida a la vez que fungicida, manteniendo a raya las infecciones. Posee niveles de calcio y fósforo que ayudan al mantenimiento de las propiedades de los dientes. Tiene una proteína que ayudar a cicatrizar las heridas que se producen en la cavidad bucal. También controla que el Ph de la boca se mantenga estable, ya que puede hacerse ácido y perjudicar a los dientes dependiendo de lo que comamos. A quién no se le ha secado la boca después de recibir una mala noticia y no poder articular palabra. Tiene su explicación. La saliva también contribuye a la fonación y emisión de sonidos al hablar. Si hay poca, no seremos capaces de emitir algunas palabras con claridad. Si ésta no está o su calidad es menor, los gérmenes se apoderan de la boca. Si encima tomamos geles, barritas o bebidas ricas en azúcares, las caries están aseguradas.

  • Por último, tenemos aquellos deportes en los que el contacto físico es primordial y los dientes son los primeros en sufrir las consecuencias. Rubgy, baloncesto, hockey o incluso fútbol, son los más predispuestos a sufrir un traumatismo que pueda provocar una pérdida dental o que alguna de las piezas dentales se muevan, pierdan la vascularización y se necrosen, precisando la colocación de un implante. Desde hace unos años es habitual ver a muchos atletas como se quitan o se ponen el protector bucal al lanzar tiros libres, o en una melé de rugby. Esa conducta ha reducido de forma significativa la necesidad de cirugía dental debido a la rotura o despegamiento de una pieza dentaria.

Cada vez somos más conscientes de lo importante que es tener los dientes sanos. La digestión empieza en la boca. Si masticamos correctamente, la comida se digiere mejor, se engorda menos y todo es más saludable.