Recuerdo cuando fui el año pasado a Miami. Una de las actividades que ningún turista se quiere perder es la excursión en barco y que nos muestren las casas de los famosos. Desde Shakira a Alejandro Sanz o Banderas, todas las casas eran de ensueño. Sin embargo, la casa más impresionante, la más grande y ostentosa de todas pertenecía al descubridor de la Viagra, Robert Furchgott. Esta píldora mágica ha sido el descubrimiento más rentable de la historia de la medicina, y se descubrió por error.
En los años 80, Pfizer comenzó a buscar nuevos fármacos para la hipertensión arterial, la angina de pecho y la hipertensión pulmonar. Dio con una molécula nueva, el sidenafilo. En teoría, esa nueva sustancia provocaba una relajación en las arterias que suministraban oxígeno al corazón, haciendo que llegara más cantidad de sangre. Se trata de provocar un ensanchamiento de las “tuberías” y así se incrementa la cantidad de sangre, evitando una isquemia y así se elimina el riesgo de sufrir un infarto o una angina de pecho que no es más que una obstrucción de esas arterias. Pues bien, los resultados fueron desastrosos.
No se consiguió el efecto buscado, para nada. Sin embargo, lo que llamó la atención fueron los efectos secundarios: dolor de cabeza, enrojecimiento facial y unas erecciones descomunales. Los pacientes no se dieron cuenta si su tensión había mejorado, sólo que estaban más felices que una perdiz y sus parejas también. Ahí comenzó la leyenda de Viagra.
Pfizer comenzó los ensayos clínicos y en 1998, fue comercializada. Los beneficios para la empresa durante su primer año fueron de 1000 millones de dólares. Pueden hacer el cálculo si el 50% de los hombres mayores de 40 años pueden tener episodios de disfunción eréctil en algún momento, millones de personas.
¿Cómo funciona Viagra?
Como he comentado antes, el sildenafilo se encarga de incrementar el flujo sanguíneo a las arterias del pene. Eso deriva en erecciones en aquellos que antes tenían gran dificultad para ello. Diabéticos, pacientes fumadores con isquemias debido a la mala circulación o disfunciones eréctiles en general.
Millones de prescripciones se han recetado a lo largo de estos años. La duración media de una erección en los hombres entre 18 y 50 años es alrededor de 6 minutos; en los mayores de 50 años baja hasta los 4 minutos.
Viagra no es que consiga una mayor duración de la erección sino que acorta el intervalo entre erecciones, produciéndose una más rápida recuperación para poder continuar con la actividad sexual. Estos efectos se mantienen durante la primera hora y bajan a partir de las 8 horas. No se trata de un afrodisíaco. Debe haber estimulación previa como ocurre siempre.
Los fabricantes de estas pastillas la recomiendan tomar una hora antes de tener relaciones sexuales. Sin embargo, los estudios sugieren que sus efectos podrían empezar antes. Algunos pacientes lograron tener una erección tan solo a los doce minutos de haberla ingerido. La máxima concentración en sangre no se alcanza hasta aproximadamente los sesenta minutos después (y se retrasa potencialmente una hora más si la persona ingirió alimentos).
¿Por qué lo toman los jóvenes?
Hay varias hipótesis al respecto a juzgar por los perfiles de consumidores. Uno de ellos sería por autoconfianza. Ante un primer encuentro sexual, el miedo a no estar a la altura puede llegar a bloquear la mente y producir el temido “gatillazo”. Viagra parece conseguir que al menos, mentalmente el consumidor se sienta respaldado y seguro que todo va a ir genial. Esto también tiene su dosis de efecto placebo al sentirse respaldados por una droga que no falla. Es como saltar con dos paracaídas por si acaso, si no se abre uno, tenemos la confianza de tener el otro.
Otro perfil es aquel de mayor edad que sale de fiesta y mezclando con alcohol tiene relaciones esporádicas y casuales de una noche. Estas personas buscan lo mismo que los anteriores, asegurar el buen “resultado” y prolongar la fiesta durante horas.
El perfil más dañino o tóxico es aquel que mezcla viagra con otras drogas como la cocaína o la ketamina, en las llamadas “chemsex” o fiestas donde se mezcla la química con las relaciones sexuales. Esas conductas sí son mucho más peligrosas al poder provocarse una mayor incidencia de efectos secundarios graves como un ictus o un infarto de miocardio o las temidas alucinaciones debidas a la ketamina. Se busca incrementar la experiencia durante la relación sexual pero de una forma realmente peligrosa.
Detrás del uso de la viagra en aquellas personas que por edad o salud no lo necesitan como es el caso de la gente joven, puede encontrarse la educación sexual de las nuevas generaciones, que la realizan a través del porno. Ven parejas teniendo relaciones durante muchos minutos, en posiciones inverosímiles, sin cansarse y sin aparente sensación de fatiga, y eso, en ocasiones pueden ser el canon de la normalidad, el que se quieran parecer a ellos.
Estas situaciones pueden generar estrés e inseguridad y son el caldo de cultivo para el uso de viagra, incluso cuando la mayoría de ellos podrían tener relaciones sexuales plenas y satisfactorias sin necesidad de la química.
Como efectos secundarios se han postulado el dolor de cabeza o el enrojecimiento facial. Ojo a los pacientes cardiópatas y la viagra. No es fiesta todos los días y se debe consultar a su médico.
En resumen y como mensaje para casa: lo mejor es la comunicación entre la parejaa la hora de afrontar las relaciones sexuales. De esta manera, uno sabe lo que puede esperar del otro, la ansiedad se reduce y el disfrute es mutuo sin la pastilla azul.