• Hay que vigilar que el número de calorías ingeridas no sea mayor que el de las gastadas.

Estamos todos más quemados que el palo de un churrero. En plena quinta ola(no sé si es la quinta o la que sea, he perdido la cuenta), los contagios andan disparados y uno ya casi no mira ni las noticias por no deprimirme, casi de cualquier tema. Las personas con las que hablo, y son muchas al cabo del día, tienen un pensamiento más o menos similar y lo único que tenemos en el horizonte para agarrarnos con manos y pies, son las vacaciones.

Hemos aprendido (por la fuerza en la mayoría de las ocasiones) muchas cosas con esta pandemia interminable. Quizás la que puede resumir todo es: Aprovecha el momento. No dejes para mañana lo que puedas disfrutar hoy.

Muchas personas me lo dicen al preguntar qué van a hacer en sus vacaciones. La verdad es que no todo el mundo puede irse de vacaciones como tal, pero prácticamente todas las familias se van a permitir una escapada, por modesta y breve que ésta pueda ser.

¡Nos lo merecemos!

Hemos pasado las de Caín estos meses. Los orificios nasales parecen el túnel de Aguadulce con tanta prueba. Todo el mundo conoce a alguien que se ha quedado atrás, ya sea porque ha fallecido o porque ha perdido todo lo que tenía.

Estamos muy quemados

Estas vacaciones serán las vacaciones de la rabia, de la ira, del “me lo merezco”. Las familias españolas, ante el panorama que teníamos delante y los continuos errores en la gestión de la pandemia, han conseguido ahorrar más que nunca. El zurrón lleno por lo que pueda pasar, y de ese zurrón se va a sacar una pequeña parte para una cosa muy sencilla: VIVIR y hacerlo con RABIA.

Recuerdo una charla de una persona que sobrevivió a un accidente de avión. Hay dos momentos que engloban el mayor riesgo de sufrir un percance en una aeronave: los primeros tres minutos y los últimos ocho. Pues bien, esta persona lo tuvo en los primeros tres y su avión debió realizar un aterrizaje de emergencia. “Recuerdo cuando el comandante comunicó por el altavoz: prepárense para el impacto”. Con la cabeza entre las piernas por la posición de seguridad, esta persona pensó en todo lo que NO había hecho durante su vida. En todas las discusiones estériles que había tenido, en todas las buenas ocasiones que pospuso para más adelante.

En algo tan sencillo como guardar una buena botella de vino para una ocasión especial. Se juró a sí mismo que eso no volvería a ocurrir, que viviría el momento. Algo así nos ha pasado a todos con el COVID-19. Hemos estado muy preocupados por nosotros mismos, por nuestros familiares más cercanos, intentando adaptarnos a las circunstancias (las tres EMES como yo digo: Mascarilla, Metros y Manos).

Así es que, con todo y con eso, nos merecemos unas vacaciones; las mejores posibles. Porque luego viene el bicho éste y te lleva por delante. Hay que aprovechar el momento y vivir todo lo que se pueda, de la mejor manera posible. Pero tampoco conviene ser un poco kamikaze y perder el norte y la perspectiva de la realidad. Se pueden variar cosas, pero hay un pilar central que es importante no variar en exceso. No debemos olvidar cómo estamos aún.

Rutina

Sin embargo, se puede pensar que es el momento de olvidarnos de la rutina saludable que hemos llevado todo el año. Se puede hacer una pequeña pausa, pero sin romper con todo lo que llevamos acumulado y peleado durante el año. De otra manera, la báscula nos va a dar amargas noticias la próxima vez que decidamos ver nuestro peso. El sobrepeso es un estado anormal, un trastorno metabólico del organismo caracterizado por la acumulación excesiva de tejido adiposo. El concepto de si una persona está excedida de peso, varía con la raza, sexo, edad, época y el lugar. En términos generales es más frecuente en las mujeres y después de los 35 años (aunque puede darse a cualquier edad).

Para que se acumule grasa en el organismo, es necesario que el número de calorías ingeridas sea mayor que el de las gastadas (balance positivo de energía). El gasto de calorías va a depender de la actividad que va a desarrollar cada persona.

Es frecuente que, por el calor y la humedad, el ejercicio físico se vea resentido en frecuencia y en duración; si a eso le asociamos que cometemos excesos alimenticios, la combinación puede resultar una bomba el día que nos armemos de valor y decidamos subir a la báscula tras las vacaciones.

Es importante continuar con los hábitos de ejercicio que hemos llevado a cabo durante todo el año, así podremos compensar estos excesos y no nos saldremos mucho de la línea.

¿Cómo podemos compensar los excesos?

A modo de pequeños consejos, detallamos una serie de hábitos interesantes a la hora de afrontar las copiosas comidas veraniegas:

1.- No debemos alterar los hábitos de alimentación y ejercicio habituales. No debes saltarte ninguna toma y mantener una regularidad horaria en las mismas. Reservaremos los “excesos” para algunas fechas puntuales.

2.- Controlar el alcohol. Es frecuente que las enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes se descompensen como consecuencia de este incremento en el consumo, así como en aquellos pacientes que toman medicación para alguna enfermedad neurológica. es conveniente que tras la ingesta de alcohol se ingiera agua en cantidad abundante antes de ir a dormir, aunque ello implique tener que levantarse de la cama durante la noche (o parte del día) para acudir al servicio. Esta medida facilita la depuración del alcohol presente en la sangre y, sobre todo, la aceleración de la eliminación de su principal metabolito neurotóxico, el acetaldehído, responsable de la mayor parte de los efectos de la “resaca”. A la mañana siguiente del exceso alcohólico resulta tonificante para el aparato digestivo tomar una infusión de hierbas aromáticas y preferiblemente menta, poleo o similares, seguido una dieta láctea suave y si fuera necesario (cefalea) algún analgésico (paracetamol, etc.). También el beber abundante agua al día siguiente ayuda que el dolor de cabeza sea menor ya que evita que haya una deshidratación cerebral que contribuya a agravar la resaca.

3.- Planificación adecuada del menú. Si el plato principal es muy calórico se deberán preparar entrantes ligeros.

4.- La fruta es fundamental. Se puede plantear como alternativa a los dulces, colocar bandejas de fruta que, además, ayude a eliminar toxinas como es el caso de la piña.

5.- Se puede comer de todo pero en cantidades razonables.

6.- Seguir siendo respetuoso con las normas ya conocidas (las tres EMES: manos, metros y mascarilla).

Hay que disfrutar de las merecidas vacaciones y más que de la rabia, que sean las vacaciones de la serenidad.