- La mayoría de los calambres son inofensivos, pero otros pueden estar relacionados con enfermedades no diagnosticadas
- Es fundamental suplementarnos con bebidas isotónicas o soluciones ricas en iones.
Pocas veces un deportista de élite ha sido tan sincero. Estamos acostumbrados, sobre todo, en el fútbol, a que el padre de la culpa sea otro: el árbitro, el césped o aquel compañero que se equivocó. Pues con Alcaraz eso no ha pasado y se ha inmolado diciendo que la culpa de los calambres que le han retirado de uno de los partidos más importantes de su vida, no es otra cosa que los nervios. Sí, los nervios; lo emocional, el corazón, la responsabilidad. Todo ese peso para una mente bien amueblada pero que ha acusado la inmadurez. Demasiado peso para unos hombros que hubieran podido aguantar, si la mente lo hubiera hecho.
Nada que reprochar, faltaría más. Quizás la necesidad de buscar un sustituto a Nadal, y el colocarle esa etiqueta al chaval de Murcia, de manera precoz, han podido pasarle factura. Además, las condiciones del deporte en la élite: sobrecarga de partidos, esfuerzos titánicos, deshidratación, mal descanso, pueden ser otros factores añadidos
¿Dónde está el agua en nuestro organismo?
El agua es el principal componente de la sangre, la cual transporta oxígeno, nutrientes y multitud de sustancias para las células, así como la recogida de las sustancias de desecho.
– El 66% del peso corporal de una persona es agua; en el hombre supone el 60% y en la mujer, el 50%.
– El 65% del agua de nuestro organismo se encuentra dentro de las células.
– Los músculos bien hidratados, se componen de un 75% de agua; los huesos un 32%.
– La sangre está compuesta de agua en un 93%.
– El peso corporal de un individuo obeso es, aproximadamente, un 40% de agua. La grasa es el tipo de tejido donde hay menor porcentaje de agua (10%). Un deportista en forma tiene un peso corporal en el que el agua supone el 70% del mismo.
La eliminación del agua corporal se lleva a cabo en los riñones que ajustan lo que sobra o retienen agua si hay escasez.
Equilibrio de fluidos
El sudor corporal tiene una mayor cantidad de agua que de sodio, por lo que durante o después de un ejercicio intenso, al haber perdido mucha agua por el sudor, la orina se concentra y su color es más oscuro. Los riñones intentan ahorrar toda el agua que pueden. El agua sale de las células para equilibrar la que se ha perdido por el sudor y que el sodio y el potasio no aumenten proporcionalmente en sangre.
Se activa la hormona ADH o antidiurética que es la encargada de ahorrar agua y de reducir las ganas y necesidad de orinar. La orina se concentra y se oscurece. Eso es un signo de deshidratación, lo contrario que cuando es clara. Empieza la sensación de sed que, generalmente, no se nota hasta que el organismo ha perdido entre 1’5 a 2 litros de sudor.
Hay que tener en cuenta que, en un ambiente caluroso, un deportista puede perder hasta 2’5 litros de sudor por hora. Dicho sudor es rico en agua, pero también contiene sodio, potasio, calcio y magnesio. Así, en esas dos horas de ejercicio si el ambiente es caluroso, se pueden perder, aparte de 2’5 litros de agua, 5 gramos de sodio, un nivel de pérdida que excede con mucho la ingesta de sal diaria. Hay que tener muy claro un aspecto. La sed es un mal indicador de la necesidad de equilibrar los fluidos corporales porque aparece tarde, es como un indicador de emergencia que se activa cuando estamos cerca del límite.
Es imposible que durante el ejercicio, se logre un equilibrio de los fluidos si empezamos a beber sólo cuando ha aparecido la sed. Toda persona debe acostumbrarse a beber de forma rutinaria, independientemente que tenga sed o no.El estado de hidratación previo al ejercicio es importante para obtener un buen resultado. Puede llevar 24 horas que un deportista recupere un estado de hidratación óptimo. Los que están sobrehidratados en los días previos a la competición, contarán con un mayor volumen sanguíneo circulante, sudarán más durante el ejercicio, pero se reducirá la frecuencia cardíaca en el esfuerzo.
¿Qué ocasiona los calambres?
Un calambre es una contracción brusca de un músculo sin haberla provocado, ya que normalmente ocurren en reposo. Suele afectar mayormente a las piernas, sobre todo a las pantorrillas (gemelos) generando importante dolor y una sensación realmente desagradable. Lo más frecuente es que ocurra en reposo, al final del día, e incluso llegue a despertar por la noche.
El uso excesivo de un músculo por ejemplo al caminar grandes distancias, la deshidratación, la tensión muscular o el solo hecho de mantener una posición por un período prolongado pueden causar un calambre muscular. Sin embargo, en muchos casos no se sabe cuál es la causa.
Si bien la mayoría de los calambres musculares son inofensivos, algunos pueden estar relacionados con enfermedades no diagnosticadas, tales como:
– Suministro de sangre inadecuado. El estrechamiento de las arterias que llevan sangre a las piernas (arterioesclerosis de las extremidades) puede producir un dolor similar al de los calambres en las piernas y en los pies al hacer ejercicio. Estos calambres a menudo desaparecen poco después de terminar los ejercicios y provocan lo que se denomina claudicación; el paciente debe detenerse al caminar, entonces el calambre cede y puede reanudar la marcha.
– Compresión de los nervios. La compresión de los nervios en la columna (estenosis lumbar) también puede producir un dolor similar a los calambres en las piernas. Usualmente el dolor empeora cuanto más caminas. También provoca claudicación que puede ser de grandes distancias, de moderadas o de mínimas.
– Disminución de minerales. Una cantidad insuficiente de potasio, calcio o magnesio en tu dieta puede contribuir a los calambres en las piernas. Los diuréticos (medicamentos a menudo recetados para la presión arterial alta) también pueden disminuir estos minerales.
Estrés o ansiedad. Eso provoca un exceso de cortisol y adrenalina que contribuye a un incremento de la tensión muscular, que si se mantiene en el tiempo provoca una contractura o un calambre.
¿Cómo se tratan?
Una vez se conoce el diagnóstico, la solución es más sencilla. Por frecuencia de aparición, la deshidratación y el déficit de minerales suele ser la principal causa. Suplementarnos, sobre todo, en verano con bebidas isotónicas o soluciones ricas en iones ayuda a que los calambres no aparezcan. Se toman una vez al día y son suficientes para reponer las pérdidas causadas por el calor y el exceso de sudoración.
Si el problema es de la columna o bien circulatorio, hay medicaciones específicas para mejorar la sintomatología, sobre todo antiinflamatoria en el caso de la columna y antiagregante plaquetaria como el ácido acetil salicílico o medicinas similares. En el caso de ser debidas a la ansiedad o estrés, los relajantes musculares o el magnesio, pueden ayudar a prevenir y tratarlos.