• La fractura de su brazo comprometía a un hueso largo muy importante como es el húmero. 

Tengo que reconocer que no soy fan de las carreras de motos ni de coches. Pero sí, como traumatólogo que soy, presto atención cuando ocurre un percance que precisa tratamiento quirúrgico. Me pongo en la situación del médico que le va a operar y me formo mi propia opinión acerca de la mejor opción para la cirugía, y sobre todo si coincide con la tomada por el responsable médico del piloto. Así ocurrió cuando vi la caída y lesión del piloto Marc Márquez.

La fractura en este caso comprometía a un hueso largo muy importante como es el húmero, el hueso del brazo. Digo importante por ser el más largo y potente del miembro superior, comparable al fémur en el muslo y a la tibia en la pierna, que son los otros “huesos largos” de la anatomía. No fue una fractura limpia. Llamamos fractura limpia a aquella que posee dos fragmentos y cuya reducción es sencilla y anatómica, perfecta vamos. En este caso, había más de dos fragmentos lo que dificulta la reconstrucción. Además, al parecer, el piloto tuvo síntomas relacionados con la parálisis de un nervio importante del brazo, el nervio radial. Dicho nervio rodea al húmero en su tercio medio para bajar por el codo y llevar la sensibilidad y fuerza a la mano, en concreto al dorso de la palma de la mano de los tres primeros dedos.

Cuando se produce una parálisis del nervio radial, la mano paralizada se denomina “mano péndula”, la mano está caída, sin posibilidad para levantar y estirar los dedos, sobre todo el pulgar. En resumen, una lesión grave que requiere tratamiento urgente porque si el nervio ha podido sufrir un daño como consecuencia del golpe o debido a que alguno de los fragmentos óseos lo hubieran dañado, la reparación precoz es la mejor propuesta.

Operación

Debido al tipo de fractura que afecta a la zona media del húmero, se podría haber colocado un clavo por dentro del hueso, con vía de entrada por el hombro o por el codo. El clavo provee una estabilidad importante y la agresión a los tejidos es mínima puesto que se coloca a distancia, no se precisa una incisión importante, la fractura no se toca y el riesgo de infección es muy pequeño. ¿Por qué no se colocó un clavo? La respuesta es lógica: si hay una sospecha de lesión del nervio radial, hay que explorar dicho nervio mediante una cirugía reglada y abierta, es decir, viendo directamente el hueso y el nervio y verificar si el nervio está lesionado, cortado o simplemente contundido debido al golpe. El plan quirúrgico cambia. Lo que se necesita es una placa.

Para ello se realiza una incisión por la parte anterior del brazo, se limpia el hematoma, se comprueba el aspecto del nervio, si está indemne o no, y se procede a reducir la fractura, es decir, colocar los huesos de la manera que estos se coloquen lo más parecido al hueso antes de romperse, como el que reconstruye un jarrón que se ha roto. Cuando la reducción es satisfactoria, se coloca una placa para fijar el hueso en la posición que queremos. El médico que operó a Márquez colocó una placa de titanio y 9 tornillos. Además, otros dos fuera de la placa para “sujetar” los dos fragmentos que se encontraban sueltos y que se llaman tornillos interfragmentarios.

El aspecto de la radiografía es bueno. La reducción se puede considerar satisfactoria. Cuando más sólida es la placa y los tornillos, antes se puede empezar a mover el hueso fracturado. Si somos demasiado apresurados y la fractura no está bien estabilizada, se puede producir un “desmontaje de la síntesis”, es decir, los tornillos saltan y la fractura vuelven a desplazarse. Vista la operación, Márquezpuede iniciar la rehabilitación en 24 horas pero respetando un hecho: la cicatrización de los tejidos. De otra manera, el riesgo de infección y otras complicaciones como hematomas es exponencial. Un clavo al tener menor daño a los tejidos, músculos o la piel sí permite un proceso de recuperación más acelerado.

Cuál es mi sorpresa cuando leo que Márquez quiere participar en una carrera a los pocos días de haber sido intervenido. Es más, mi amiga Mariel Ricardes, una estupenda fisioterapeuta, me envía un video donde se ve a Márquez haciendo series de flexiones y el apósito de la operación, como testigo. Al parecer, los médicos oficiales de Moto GP estaban valorando la posibilidad de autorizar a Márquez a competir si superaba el test. Y le dieron el visto bueno para correr en Jerez, 5 días después de una cirugía mayor, ¿valentía o insensatez? Pues lo segundo a dosis industriales. Una cosa es hacer unas cuantas flexiones y otra muy distinta someter a un material recién puesto, unos tejidos y una herida a cargas repetidas en diferentes direcciones y exigencias, así como el calor dentro del mono, y el riesgo añadido de volver a caerse. Si esto ocurriera, la consecuencias serían catastróficas.

Otro detalle es el nervio. Si sólo sufrió un daño menor, lo que se denomina paresia, que es la antesala de la parálisis, la fuerza de la mano sin duda está mermada, así como su capacidad de reacción sobre todo cuando vas a más de 200 kilómetros por hora. Por suerte, el cuerpo tiene una manera muy eficaz de disuadir a estos temerarios de las dos ruedas: dolor. El dolor debió ser de tal magnitud que minó las ganas del piloto español y le convenció para que se retirase. El objetivo es Brno, la semana que viene, algo más de dos semanas desde la operación. Hay bastantes posibilidades que corra si todo va bien.

Formación del callo

Todo callo óseo tiene unas etapas o fases bien diferenciadas, una vez se ha producido la fractura.

1.-Hematoma local: Una vez que se produce el traumatismo, se forma un hematoma en el foco de fractura debido a al hemorragia producida en los extremos óseos y las músculos que rodean los fragmentos fracturados, dando lugar a un coágulo. Tanto el hueso como el músculo poseen una vascularización muy rica, de ahí que se forme ese hematoma. Éste se encarga a partir del 4º día desde que se produce la lesión, de atraer a las células que van a comenzar a reparar el hueso fracturado. luego es muy importante para la consolidación. Las células del coágulo son los primeros que activan el proceso de reparación. Eso se llama osteoinducción. De ahí que podamos apreciar hematomas en las zonas fracturadas, el llamado “derrame”.

2.-Reacción inflamatoria local: se desarrolla a las pocas horas de sufrir la fractura. Se produce un aumento de la vascularización alrededor del foco con exudado de plaquetas que son las células encargadas de frenar la hemorragia y leucocitos como células mediadoras de la inflamación. Éstas dos se encargarán de activar y reclutar a un tercer tipo de células llamadas macrófagos, que son las encargadas de eliminar todas las células muertas como consecuencia del traumatismo, fagocitándolas. Además, otras células llamadas osteoclastos, comienzan a regularizar los extremos de los huesos fracturados. Las plaquetas segregan los llamados factores de crecimiento que son tan utilizados últimamente para acelerar la curación de lesiones.

3.-Callo blando o primario: durante este período, los tejidos que unen los fragmentos rotos, no se han mineralizado, o sólo lo han hecho en parte, esto quiere decir, que no hay aporte de calcio en la zona. No existe una unión mecánica sólida. Si en esta fase, el paciente se hace la radiografía de control, no se aprecia callo óseo aún. Esto no quiere decir que la fractura no evolucione favorablemente, sino que es pronto para que esto suceda. La inmovilización del foco es fundamental en esta etapa y este papel lo desarrolla el periostio. Si no se produce esta estabilidad del foco, se desencadena una pseudoartrosis. Así se llama al fenómeno por el que el hueso no va a consolidar, es decir, aunque el paciente lleve un año con una escayola, el hueso no va a soldar jamás.

4.-Callo duro: es la fase en la que aparece un puente óseo que restablece la unidad de los fragmentos. El hueso inmaduro se trasforma, después de varias semanas, en hueso duro; dicho hueso es laminar que asegura la unión y solidez. Esta transformación comienza durante la 4ª semana y al cabo de 16 semanas, el hueso inmaduro ha desparecido.