Tras la primera dosis entre el 20-30% de las personas pueden sufrir dolor en el sitio del pinchazo, febrícula, dolor de cabeza o cansancio; tras la segunda, el 40%.

Tengo que reconocer que esperaba con cierta ansiedad mi segunda cita con Mr. Pfizer. Los veintiún días se han pasado volando, y al final, las citas llegan, siempre llegan. Durante estas tres semanas, otros compañeros que habían recibido la segunda dosis relataban su experiencia, y hubo de todo. Casi la mitad de ellos sufrieron los típicos efectos secundarios, que se asemejaban a sufrir la enfermedad pero a pequeña escala: fiebre, dolor en el brazo, cansancio como si te hubiera atropellado un tren, dolor de cabeza y tiritonas. Lo bueno de todo es que únicamente ese “miniCovid” duraba 24 horas. Transcurrido ese tiempo, todo vuelve a la normalidad, y a los 8-10 días, inmunizados que es lo que realmente importa, tanto para uno mismo como para los demás.

Con el primer pinchazo, nada. Ligera molestia en la zona de la inyección, pero no noté nada en concreto. Con todo el que hablaba comentaba lo mismo: espera al segundo pinchazo. Ahí es donde de verdad la vacuna te pone en tu sitio.

He leído mucho sobre las vacunas y sus efectos. Es cierto que, tras la primera dosis entre el 20-30% de las personas pueden sufrir algún efecto secundario, siendo los más frecuentes el dolor en el sitio del pinchazo, febrícula, dolor de cabeza o cansancio. Sin embargo, tras la segunda dosis, el porcentaje de pacientes vacunados que tienen alguno de estos efectos se incrementa hasta el 40%. Cuanto más joven es la persona vacunada, más fácil es que sufra alguno de estos efectos, que suelen aparecer más raramente en mayores de 55 años. Estos efectos indican simplemente la toma de contacto del sistema inmune con una parte del virus COVID-19. Es un error pensar que al tener más efectos secundarios, mayor capacidad inmunitaria. Son reacciones individuales que dependen de cada persona, lo mismo que si a una persona le sienta mal el paracetamol y, por el contrario, a otra le va genial. Tampoco está clara la relación contraria: si me pongo malo tras las vacunas significa que hubiera sido más vulnerable a la enfermedad o que hay más efectos secundarios si has pasado la enfermedad. Todo eso está en estudio en este momento.

Las tres vacunas que hay aprobadas en España son Pfizer, Moderna y Astra Zéneca. Las tres pueden provocan estas pequeñas reacciones adversas, siendo las de Pfizer y Moderna tras la segunda dosis y la de Astra Zéneca tras la primera. Es excepcional la presencia de efectos secundarios graves en ninguna de las tres. Si una persona ha sufrido la enfermedad tras la primera dosis, debe vacunarse de la segunda; de esta manera se garantizará una inmunidad mayor.

Según los estudios realizados hasta el momento reflejan una gran efectividad a la hora de reducir en un 85% de los casos la sintomatología si se contrae la enfermedad, solo con la primera dosis de Pfizer en este caso. Es por lo que por ejemplo, en el Reino Unido están vacunando de primera dosis a cuantos más pacientes mejor, y demorar la segunda hasta incluso 12 semanas tras la primera, confiando en que con la primera dosis se reduzcan de forma significativa los síntomas y su gravedad. A los 14 días de la primera vacuna se consigue una efectividad del 89%. Si te vacunas y te contagias, no acabas en el hospital. Esa sería la conclusión.

Pude correr con mi amigo Jonathan, 21 kms sin problemas.

El jueves volví a tener cita para la vacuna, la segunda. Esta vez fue mi brazo izquierdo que al ser zurdo, lo reservé la primera vez por si acaso, pero la recomendación es cambiar. No noté nada fuera de los normal cuando Carlos, el mismo enfermero de la primera, completó el acto de vacunarme. Directamente me fui a pasar consulta. A diferencia de la primera vez y a modo de prevención, cuando llegué al despacho tomé un paracetamol de 1 gramo. Todo el mundo me lo aconsejó y así hice. Los mensajes preguntando cómo estaba fueron la tónica del día. Isabel mi compañera de Almería tras cada paciente hacía lo propio. Pero me encontré bien, normal, como si nada. No quise cantar victoria, sabedor que a las 12 horas es cuando la vacuna empieza a notarse. No es que sea aprensivo, pero es inevitable permanecer un poco más alerta de la cuenta, por si notaba algo, pero no. Esa noche dormí sin problemas, una ligera molestia en el brazo pero nada más. Al día siguiente, mi amigo y entrenador Loren de Activo Ejido, como todos los viernes me esperaba. El entrenamiento fue completamente normal, realizando sin problemas todos los ejercicios que involucraron a los brazos sin ningún problema. Tampoco me noté más fatigado de la cuenta ni con febrícula. Nada. El desempeño de la consulta del viernes transcurrió como siempre, aunque por si acaso, Trini mi secretaria, citó menos pacientes. Decidí no tomar ninguna medicación aunque la tenía preparada en caso de necesidad. Y para ver realmente mi estado a nivel físico, el sábado corrí una media maratón en mi querida Roquetas de Mar, 21 kilómetros en 1 hora y 31 minutos junto a mi compañero y amigo Jonathan. Cero cansancio extra, ningún dolor o síntoma diferente a cualquier otro sábado.

ES EXCEPCIONAL LA PRESENCIA DE EFECTOS SECUNDARIOS GRAVES EN ALGUNA DE LAS TRES VACUNAS APROBADAS EN ESPAÑA.

Tras unos días, mi sistema inmunitario debe haber tomado notado y generar millones de anticuerpos que patrullen por mi anatomía, prestos a neutralizar cualquier entrada COVID19. Aún con la vacuna, hay que seguir siendo cauto y guardando todas las precauciones conocidas, por mi y por aquellas personas que están a la espera de vacunarse. Ya ha comenzado la campaña entre los más mayores, los más vulnerables.

Creo que tengo un factor protector ante los efectos secundarios de la vacuna: soy autónomo. ¿No dicen que los autónomos nunca se ponen malos, que deberían analizar su sangre que es digna de estudio? Fuera de bromas, la vacuna te ayuda a ti y a los demás. Vacúnate.