• Esta enfermedad se denomina del «mirón de escaparates» y es la imposibilidad de caminar una distancia larga debido al dolor de las piernas, normalmente pantorrillas, que obliga a detenerse.

 

Éste puede ser perfectamente un motivo de consulta para el médico de atención primaria o el especialista. El prototipo es un paciente mayor normalmente, que refiere que no puede caminar, casi nada. “Puedo andar unos metros; si lo intento hacer deprisa, entonces recorro menos distancia. Me tengo que detener por el dolor que sufro en las pantorrillas. Entonces, me paro durante dos o tres minutos; me dejo caer en un coche o me siento en un banco, y se me pasa. Luego vuelvo a caminar como si me hubiera recuperado, pero a los pocos metros, vuelvo a notar el dolor y vuelta a empezar”.

Esa sintomatología corresponde a lo que en medicina se denomina claudicación intermitente.

¿Qué es?

Es la imposibilidad de caminar una distancia larga debido al dolor de las piernas, normalmente pantorrillas, que obliga a detenerse sin más remedio. Pasados unos minutos, el paciente reanuda la marcha y aproximadamente a la misma distancia de antes, vuelve a ocurrir lo mismo. También se denomina la “Enfermedad del mirón de escaparates” ya que la persona al tener que detenerse por fuerza y donde le pille, para no pasar vergüenza en medio de la calle, de pie como un pasmarote, se pone a mirar el escaparate que haya en las inmediaciones. Otras veces se dejan caer apoyados en un coche o en una pared.

El tipo de claudicación puede dividirse en función de la distancia que puede caminar en:

  • Claudicación de grandes esfuerzos: la persona es capaz de recorrer una distancia importante como 500 o 1000 metros y tener que detenerse. Se retoma la marcha pasados unos minutos.
  • Claudicación de moderados esfuerzos: la distancia a recorrer es amplia pero menor que la anterior. La clínica aparece a los 200 metros y le obliga a parar por el dolor.
  • Claudicación de mínimos esfuerzos: La distancia a recorrer es muy pequeña, 30-40 metros pero la sintomatología es parecida a los otros casos.

El dolor suele ser en las pantorrillas, las dos por lo general. El paciente lo refiere como un endurecimiento de los gemelos, como si se fueran a romper, por lo que tiene que frenar y dar descanso a las piernas. Si se camina más rápido o se sube una cuesta, los síntomas aparecen más rápido y se precisa más tiempo para que el dolor se alivie.

Causas

Pueden coexistir numerosas razones que provoquen la claudicación intermitente pero las más frecuentes se pueden resumir en dos: las de tipo vascular y las de tipo neurógeno.

  1. Claudicación de tipo vascular. Es debido a una estenosis o estrechamiento de alguno de los troncos arteriales más importantes de los miembros inferiores. Si se obstruye total o parcialmente un tronco principal, los síntomas se reproducen en las dos piernas. Pero se produce en una arteria más secundaria, el dolor solo ocurre en una pierna. Es más común en paciente muy fumadores en los que el tabaco ha provocado el depósito de placas de ateroesclerosis que van cerrando la luz de la arteria hasta el punto de que el flujo de sangre que hay después del estrechamiento es escasa. Cuando se camina, la masa muscular de las piernas consume oxígeno y demanda sangre para poder seguir caminando, como un coche consume gasolina si pisamos el acelerador. Si no entra sangre en el músculo, éste sufre y la manera de avisar al cerebro es mediante el dolor. El músculo suele ir avisando conforme va notando la escasez en el aporte sanguíneo. El paciente comienza con un “dolorcillo” que se transforma en dolor severo que obliga a parar. Los pies suelen estar fríos y pálidos incluso en el mes de julio. Puede ocurrir también en pacientes diabéticos o con altos niveles de colesterol. Para diagnosticarlo, es importante realizar la palpación de los pulsos arteriales desde la ingle a la rodilla y el tobillo. Si la arteria está obstruida, el pulso es débil o incluso ausente, sobre todo comparada con la otra extremidad. Se realiza una ecografía Doppler que la herramienta de diagnóstico que se usa. Se aprecia claramente el volumen de sangre que circula por esa arteria en comparación con el otro lado. El tratamiento consiste en realizar un bypass es decir, un puente que pueda hacer recircular la sangre puenteando la zona estrecha. Se extrae una vena de la pierna del paciente y se cose por encima y por debajo de la zona obstruida, haciendo que la sangre circule de nuevo.
  2. Claudicación neurógena. Le ocurre al Papa Francisco. Con 84 años hay una causa que haya podido provocar ese dolor ciático: una estenosis de canal. Es un estrechamiento del canal medular que es por donde circula la médula espinal, desde el cerebro hasta la zona sacra. Con la edad y en función del desgaste al que se le somete, el canal se vaya estrechando como si fuera un cuello de botella. Eso atrapa los nervios hacia las piernas si el canal se cierra por igual, en el lado derecho e izquierdo. Pero puede ser derecha o izquierda si únicamente afecta a un lado. Suelen afectarse las dos piernas a la vez. El paciente es incapaz de ponerse de puntillas o de talones si el cuadro clínico es muy severo. Puede que el dolor comience en los glúteos y continúe hacia los muslos y pantorrillas y le obligue a detenerse. El diagnóstico se realiza mediante una resonancia magnética. En ella se puede ver con claridad cómo se estrecha el canal medular por donde circula la médula espinal. El tratamiento puede ser sintomático (aliviar el dolor mediante medicación e incluso bloqueos nerviosos con corticoides) o tratamiento quirúrgico. Este consiste en liberar el canal medular, es decir, volver a ensanchar la zona obstruida para que mejore la zona. Pero como al realizar esa intervención y retirar el hueso que tapa el canal medular, la columna queda inestable, se debe realizar una fijación mediante tornillos, dejando fija esa parte de la columna.