El aumento de temperatura se produce para que el sistema inmune se active, lo que provoca la muerte de algunos gérmenes.

La fiebre, al igual que el dolor, tiene mala prensa. Sin embargo, la fiebre es un signo de alerta, una respuesta de nuestro organismo ante una invasión, ya sea vírica o bacteriana, una reacción alérgica, ejercicio físico, una comida copiosa, durante el embarazo o simplemente una reacción del cuerpo ante un estímulo que no ha sabido procesar. Se sabe que ese aumento de temperatura se produce para que nuestro sistema inmune se active, entre en zafarrancho y porque si se aumenta la temperatura corporal, algunos gérmenes no sobreviven.

¿Cómo se regula la temperatura corporal?

La temperatura en el organismo no es uniforme en todas las regiones, depende de la profundidad a la que se encuentren, por lo que es distinta la temperatura central con respecto a la periférica. La central es la que tiene órganos como el cerebro o los pulmones y es de 37º C, no debiendo variar más de medio grado al día ya que está regulado de forma muy precisa. Cuando dicha temperatura central se modifica en exceso o por defecto, desde los 35 a los 40 grados, se producen trastornos muy graves para el organismo. La temperatura periférica medida en la piel, oscila entre los 32 y 34 y sí puede variar de forma más amplia que la central. La regulación de la temperatura es debida a la interacción de la piel, el sistema cardiovascular y el cerebro. La información recogida por los receptores de la piel se trasmite hasta la médula y de ahí al cerebro; en concreto, al hipotálamo, donde se encuentra el centro regulador de la temperatura.

Cuando la temperatura central supera los 37 grados, se activa una cascada de respuestas en el organismo para evitar que dicha temperatura ascienda. Por ejemplo, se produce una vasodilatación en la piel, se ponen en funcionamiento las glándulas sudoríparas y, comenzamos a sudar. De esta manera, el cuerpo se enfría.

La temperatura corporal normal ronda los 35.6 a 37,2º, a partir de ahí se considera febrícula y cuando se superan los 38 grados, se denomina fiebre. Durante el día, la temperatura puede variar siendo más baja por la mañana y ligeramente más alta por la tarde. Es típico que en las infecciones bacterianas como los abscesos o los problemas dentales, la fiebre sólo se perciba por la tarde. Es por ello por lo que las tomas de temperatura se hagan dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde.

A PARTIR DE 37,2 SE CONSIDERA FEBRÍCULA Y MÁS DE 38 YA ES FIEBRE

Durante la pandemia COVID19, se ha establecido como temperatura límite esos 37,2º para descartar o afirmar la reacción del organismo ante una posible infección, en este caso por coronavirus. Ojo con los ancianos y los niños porque son dos grupos de edad en los que los rangos de temperatura corporal pueden variar y no ser los que hemos comentado, pudiendo llegar a niveles realmente altos en los pequeños o no tener fiebre a pesar de estar padeciendo una infección en los más mayores, cuyo sistema inmune y el detector a nivel del cerebro, no funcionan con normalidad.

¿Cuánto tiempo podemos estar con fiebre?

Eso varía de persona a persona. En el caso de los pacientes infectados por COVID, suele aparecer al inicio de la enfermedad, los primeros días para ir mejorando conforme la severidad de la infección va desapareciendo. Hay pacientes que la fiebre les ha durado más de una semana, con el consiguiente desgaste de cuerpo y mente. Puede ser constante, fiebre por la mañana y fiebre por la tarde, o sube y baja. Cuando hemos pasado por encima de 4 días sin fiebre, la infección está en fase de remisión y la posibilidad de contagiar es muy pequeña. Otro aspecto que debemos tener claro es que no todas las personas contagiadas por coronavirus tienen fiebre. Los llamados asintomáticos son la excepción.

La fiebre, junto con la tos, el cansancio, dolor de garganta o de cabeza son los primeros síntomas de pueden aparecer tras ser infectados por COVID19 y pueden debutar entre los 2 y 14 días tras la exposición, aunque la media son los 5 días.

Tratamiento

En la fase inicial, la hidratación es clave. Beber abundante agua ayuda a reducir los síntomas. Se debe añadir paracetamol que es el mejor antipirético que existe. No es interesante ni necesario tomar antibióticos en esta fase ya que los virus no son sensibles a ellos. Solo cuando hay fiebre alta, mucosidad verde y haya sido valorado por su médico, es cuando se puede iniciar la toma.

Es interesante consumir fruta fresca rica en vitamina C. Los frutos cítricos generalmente son conocidos por ser responsables de evitar el escorbuto, la enfermedad producida por la carencia de vitamina C, que causa anemia, debilidad, manchas en la piel y hemorragias.

Además, la vitamina C, aparte de funcionar como antioxidante, está implicada en las reacciones que forman las proteínas del colágeno del tejido conectivo por lo que son de extremada importancia para el cabello, uñas y la piel. Dicha vitamina se encuentra ausente en los cereales y sus niveles son bajos en lácteos y grasas. Es una vitamina hidrosoluble por lo que pasa fácilmente de los alimentos al agua mientras se cocina, aunque se destruye fácilmente con el calor y la exposición al aire (oxidación).

FIEBRE, TOS, CANSANCIO, DOLOR DE GARGANTA O DE CABEZA SON LOS PRIMEROS SÍNTOMAS DEL COVID-19

La ingesta diaria de vitamina C son 90 mg al día en hombres y 75 en mujeres, siendo la recomendada para deportistas hasta 200 mg. Es muy frecuente dosis de suplementación que rondan 1000 o 2000 mg al día, sin embargo, no hay resultados consistentes entre la ingesta de vitamina C y un aumento en el rendimiento deportivo.

La mayoría de personas saben que la lima y el limón son fuentes de vitamina C, pero quizás desconozcan que también contienen minerales y vitaminas tales como calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio, sodio, zinc, cobre, manganeso, selenio, vitamina A, vitamina B6, vitamina C, vitamina E, vitamina K, vitamina B2, vitamina B3, vitamina B5 y ácido fólico, y son estos minerales así como también su bajo contenido de azúcar que lo convierte en alcalino cuando lo digerimos en el cuerpo.