• ¿Quién no ha pensado en la escasa o nula utilidad de estos insectos que son transmisores de más de una docena de enfermedades? 

 

Reconozco que, en verano, un mundo sin mosquitos es como un sueño. No hay nada peor que estar profundamente dormido y escuchar ese zumbido que anuncia la llegada del pequeño vampiro en busca de su dosis de sangre. Hay varias maneras de enfrentarse a la situación: enterrarse debajo de las sábanas confiando que el tozudo insecto se aburra y busque otra presa. O como en mi caso, intento cargármelo con el consiguiente follón: enciende la luz, no tropieces con nada, deambula por la habitación en busca del diminuto bicho, con la camiseta de dormir en la mano, presto a estamparlo contra la pared. Unas veces con éxito, pero otras no. Por no hablar de las decenas de picaduras al salir a pasear al atardecer o al hacer ejercicio. Un rollo.

¿Quién no ha pensado en la escasa o nula utilidad de los mosquitos? Seguro que el mundo sería un lugar mucho más acogedor sin ellos. Nada más lejos de la realidad.

A pesar de que, los mosquitos son transmisores de enfermedades. Hay más de una docena de enfermedades directamente relacionada con estos insectos, siendo ellos el vector principal y necesario:

-Malaria: es una enfermedad endémica de zona de África. Es debido a la picadura de mosquitos hembra del tipo Anópheles. A los 10-15 días la persona comienza a desarrollar vómitos, malestar y fiebre alta. Es una enfermedad tratable pero sobre todo predecible, pero a pesar de ello, millones de personas se contagian cada año y las muertes se cuentan por cientos de miles, sobre todo en aquellos lugares donde la atención sanitaria es deficiente.

-Dengue: Es típica de países tropicales y se denomina “fiebre quebrantahuesos” debido a los dolores musculares y articulares que provoca; si se complica puede llegar a provocar una fiebre con hemorragias generalizadas.

-Fiebre amarilla: Se denomina de esa manera porque algunos de los pacientes que la padecen sufren ictericia (se ponen amarillos debido al incremento de la bilirrubina). Además fiebre, dolores musculares y articulares. Los casos graves se desarrollan en zonas muy pobladas donde el contagio puede ser exponencial.

-Fiebre del Nilo, Zika, encefalitis de varios casos son otras enfermedades que son transmitidas por mosquitos.

Según todo esto, el mosquito es un villano que lo único que provoca son problemas.

Lo que se sabe del mosquito común, del que nos pica en nuestras ciudades es:

-Sólo pican las hembras que necesitan la sangre como alimento y para poder poner huevos. Los machos se alimentan de néctar y son inofensivos.

-El mosquito tiene varias señales de las que se guía para elegir a la persona a la que debe picar: cuanto más CO2 desprenda la persona, más fácil es que se convierta en un objetivo para este insecto. Los que hacen ejercicio con frecuencia y tienen un tono muscular desarrollado, consumen más oxígeno y desprenden más CO2 por lo que son picados con más frecuencia. También los que tienen más grasa corporal de lo habitual también son un objetivo. Las que sudan con más frecuencia o las que tienen grupo sanguíneo 0 son más propensos a la picadura.

Después de todo esto, ¿hay algo que nos diga que los mosquitos son beneficiosos para nuestro entorno? La respuesta es sí.

Hay más de 3500 especies de mosquitos que viven en nuestro planeta desde hace millones de años. Pues bien, únicamente 100 de esas 3500 especies son las que se alimentan de nuestra sangre. El resto viven de las plantas como otros muchos insectos.

-Las larvas que eclosionan en charcas y humedales son el alimento favorito de otros insectos como las libélulas. El propio mosquito adulto es el plato principal y fuente de proteínas de aves, murciélagos, peces y ranas, entre otros. Se estima que una golondrina puede comer unas 60 moscas y mosquitos a la hora, lo que puede suponen alrededor de 800 insectos al día. En cambio, un murciélago puede llegar a comer su peso corporal en mosquitos cada noche, más de mil cada hora.

-Dichas larvas hasta que pueden volar consumen materia orgánica de los sitios donde eclosionan, contribuyendo al mantenimiento del ecosistema.

El mosquito macho se alimenta de néctar. No es tan eficaz a la hora de polinizar como las abejas, pero juega un papel importante como polinizador sobre todo para una flor tan delicada y atractiva como es la orquídea. La hembra podría vivir sólo con el néctar pero no podría poner huevos, motivo por el que necesita la sangre. Un mosquito bate sus alas 600 veces por segundo, por lo que necesita un alimento rico en energía para poder soportar el desgaste tan inmenso que esto supone.

Realmente nadie sabe las consecuencias que tendría para el ecosistema la erradicación de los mosquitos, pero seguro que las habría. Científicos están estudiando la manipulación genética de los mosquitos para que no sean transmisores de enfermedades y no sean capaces de reproducirse, sobre todo para enfermedades como el paludismo, aunque queda mucho por hacer. Como dicen los biólogos, “Los animales pequeños son los que mandan en la naturaleza”. No debemos olvidar el papel clave que desarrollan otros pequeños insectos como son las abejas. Sin ellas, no sería posible la vida tal como la conocemos.

Espero que después de leer esto, podamos mirar a los mosquitos de otra manera, aunque me temo que cuando esta noche vuelva a escuchar el sonido de esas pequeñas alas alrededor de mi cabeza, volveré a encender la luz, intentando no tropezar en nada, realizar una búsqueda rápida e intentar darle caza antes que esté demasiado despierto para poder dormirme de nuevo.