La infección te deja secuelas, como cansancio, fatiga y dolores musculares mucho más tempranos al volver a la actividad física.

 

Parece que la sexta ola agoniza poco a poco. Sin embargo, mucha gente se ha quedado atrás. Muchos no han conseguido superar la enfermedad y han fallecido. Otros muchos (la mayoría) sí que han superado la enfermedad, pero con secuelas, algunas de ellas graves o muy graves.

La pandemia originada en Wuhan, China, ha sido y sigue siendo un misterio y un reto para toda la población, sobre todo para el personal sanitario. No hemos combatido contra nada similar. Un virus a todas luces creado en un laboratorio (estando los chinos por medio nunca lo sabremos) que provoca un cuadro clínico que afecta a múltiples órganos y aparatos, no únicamente al respiratorio como otros coronavirus o la misma gripe que todos conocemos.

El aparato respiratorio ha sido el órgano diana en el que el virus ha provocado un mayor perjuicio, con las ya conocidad neumonías uni o bilaterales. Pero el corazón también ha sido el objetivo secundario provocando inflamaciones y lesiones como la miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) así como alteraciones de la cascada de la coagulación, lo que ha provocado una multitud de problemas y episodios de trombos en muchos de los pacientes infectados.

Pero la vida continúa, y poco a poco tenemos que retomar nuestras costumbres. Una de ellas puede ser el ejercicio físico. No hablo sólo de aquellas personas que corren a diario o suben Velefique con frecuencia. No.

Me refiero también a las personas que salen a caminar a diario, bailan o intentan cuidarse pero sin el ritmo o la intensidad de los más activos.

EL APARATO RESPIRATORIO HA SIDO EL ÓRGANO DIANA, PERO EL CORAZÓN TAMBIÉN HA SIDO OBJETIVO

Una de las preguntas que más escucho en mi consulta es cuándo puedo volver a realizar la actividad física parecida a antes de haber sufrido la enfermedad. Algunos notan cansancio, dolores musculares y una fatiga mucho más temprana al realizar la misma actividad que antes. Eso les preocupa mucho.

La Sociedad Española de Medicina del Deporte ha publicado recientemente unas recomendaciones muy sensatas para aquellas personas que han sufrido la enfermedad.

Gravedad de la infección

Se pueden dividir en varios tipos:

  1. Asintomático: son los que han tenido la enfermedad, o al menos un test que ha sido positivo, y sin embargo, no han tenido ningún tipo de síntomas.
  2. Leve: fiebre, dolores musculares, cefalea, tos y pérdida del gusto/olfato. No han sufrido problemas respiratorios como dificultad para respirar (disnea). En estos pacientes, si son menores de 35 años, sin antecedentes cardiovasculares y sobre todo con la pauta de vacunación completa, es recomendable que pasados entre 7 y 14 días tras haber superado la infección, deber ser valorados por su médico de atención primaria. Una exploración completa ayudará a valorar alguna patología que se pueda sufrir.

  1. Además, en caso de presentar dolores musculares, mareos, cefaleas, fatiga o intolerancia al esfuerzo. Es recomendable realizar: Electrocardiograma. En caso de detectar alguna anomalía se debe indicar la realización de un ecocardiograma (ecografía del corazón para valorar la función del miocardio así como el funcionamiento de las válvulas del corazón). En el caso de personas menores de 35 años con factores de riesgo cardiovascular o sin la pauta completa de vacunación y en los mayores de 35 años, se debe realizar: Electrocardiograma, Espirometría: es una prueba de función respiratoria donde se evalúa la cantidad de aire que es contenido dentro de los pulmones, la fuerza con la que lo expulsamos entre otros y una Ecocardiografía.

  2. Moderado: aquellas personas que han sufrido una neumonía, ya sea de uno o de los dos pulmones con síntomas y además con imágenes de radiografía o TAC que lo confirman.
  3. Grave: Los que presentan una saturación de oxígeno por debajo del 94%, respiran más de 30 veces por minuto y más del 50% del tejido pulmonar se encuentra dañado debido a la fibrosis (cicatriz) que ha dejado la neumonía.
  4. Crítica: Insuficiencia respiratoria, fracaso multiogánico

    En todos ellos, a las cuatro semanas de haber superado la enfermedad deben ser valorados de forma exhaustiva por su médico de atención primaria y realizar las siguientes exploraciones:

    • -Electrocardiograma.
    • -Ecocardiografía
    • Espirometría.
    • -Analítica completa prestando especial atención a la prueba de la coagulación y a la CPK del miocardio (es un parámetro que evalúa si el músculo cardiaco ha sufrido inflamación o daño. Se eleva en los infartos agudos de miocardio). Además, se debe valorar la función renal y hepática.
    • -Análisis de orina.
      LA VIDA CONTINÚA Y POCO A POCO TENEMOS QUE RETOMAR NUESTRAS BUENAS COSTUMBRES

    En el caso de detectar algún tipo de anomalía a nivel cardíaco se recomienda un ‘holter’. Es una prueba en la que el paciente porta un dispositivo que va realizando una monitorización del ritmo cardíaco durante 24 horas. Eso se registra en dicho aparato y es evaluado por el cardiólogo. Se detectan arritmias, mal funcionamiento del ritmo cardíaco en general.

    Recomendaciones

    -Si se ha sufrido la infección por COVID19 de manera leve, es raro pero no imposible que se presente algún tipo de inflamación del miocardio (músculo del corazón).

    -Las complicaciones cardíacas suelen presentarse entre la segunda y cuarta semana tras la fase aguda de la enfermedad. Es recomendable esperar 4 semanas para comenzar a realizar actividad física.